En la época del PRI-AN, cuando el gobierno en turno repelía la violencia de los carteles criminales con toda la fuerza del Estado, morían muchos sicarios y algunos soldados y marinos mexicanos que enfrentaban aquella “guerra contra el narco”.

Fueron 120 mil 463 muertes durante el periodo calderonista, hace unas semanas fue rebasada esa trágica cifra en apenas cuatro años del gobierno de la 4T, y todavía le faltan  29 meses de gobierno por delante, por lo que es predecible que la supere durante los próximos doce meses, al ritmo que van las estadísticas. Fueron más de 156 mil  homicidios en todo el periodo de Enrique Peña Nieto. Sin embargo, la política de seguridad, por así llamarla del gobierno obradorista, ha respondido a otro tipo de intereses y de ocurrencias que no responden a la seriedad de la situación por la que atraviesa la nación. Francamente no es creíble y menos convincente el discurso de AMLO sobre “no utilizar el monopolio legal de la violencia para combatir a la delincuencia”, de hecho a algunos les resulta una política errática, en lo personal me parece sospechosa, por pensar en ciertos vínculos del gobierno con los líderes de los carteles criminales, todavía recuerdo cuando se hablaba de los portafolios llenos de dólares, que llegaban a las altas esferas del gobierno federal (Bartlett y gobernadores), y de los generales y almirantes de las zonas militares, en los años 70 y 80´s, sin embargo el mandatario se apega a su ridícula doctrina de “abrazos, no balazos” y se olvida completamente que su gobierno tiene que defender a toda la población del país.

Hace unos días, cuando una patrulla de soldados fueron perseguidos por miembros del crimen organizado, en Michoacán, el presidente volvió a culpar a sus adversarios “conservadores” “por decir que ese hecho representaba una afrenta al Ejército”, y la verdad que por más que se hagan los dignos del gobierno y Sedena, fue una vergüenza lo sucedido, a menos que haya dinero, mucho dinero de por medio. Las polémicas respuestas  del mandatario, sobre “las garantías y cuidados”, que su administración otorga a los criminales, ofrecen también varias interpretaciones y respuestas: desde el coraje de los que se enfurecen porque el sr. presidente olvido su papel como jefe del poder ejecutivo y garantizador “del orden y la legalidad”; están también los que lo asumen como una  provocación para seguir polarizando y contrastar su doctrina cuasi religiosa y antimilitarista; hasta los que ya empezamos a conjeturar que desde las “altas esferas del poder”, se defienda y proteja a los sicarios y criminales, porque existe ya una complicidad con ellos.

Los mafiosos, sicarios y criminales que azotan a más de la tercera parte del país,  deben ser combatidos y sometidos, ya que, cuando desafían fuertemente pertrechados a las fuerzas armadas, la respuesta debe ser  la captura de los criminales o su aniquilamiento, y no la cobarde  retirada de nuestros soldados, marinos y guardias nacionales. La violencia debería ser el último recurso a utilizar, pero, todos sabemos que el Estado moderno está  facultado por las leyes supremas para recurrir a la fuerza cuando en los lugares públicos se encuentran civiles armados terceros pretendiendo sustituir sus funciones y desempeñar un poder paralelo. El predominio del crimen en las regiones  como Guerrero, Guanajuato, Michoacán, Tamaulipas, Zacatecas entre otras entidades de un país es inaceptable desde  cualquier punto de vista y opinión. Recordemos que la más importante obligación del gobierno es la de garantizar la seguridad de su población y de las leyes existentes que deberán ser cumplidas, siempre y en todo lugar. Sin embargo, hoy en día observamos como los delincuentes roban, secuestran, trafican, extorsionan, asesinan al amparo de la impunidad, y la complicidad tanto de autoridades como de soldados y marinos.

Lamentablemente las políticas públicas para combatir al crimen y a la inseguridad del gobierno de la 4T, han sido un mero discurso ideológico y cada vez se agrava más. No existen indicadores que permitan  afirmar que la violencia criminal haya disminuido en este gobierno, los más de 120 mil homicidios en los tres años y medio de esta administración son uno de los parámetros más claros  para saber que, más allá de la demagogia de los “abrazos, no balazos”, o de las fallidas reuniones  del gabinete de seguridad en Palacio Nacional, el crimen organizado no ha retrocedido absolutamente nada en este gobierno. Por el contrario, los carteles de narcotraficantes, se han adueñado, dominan y controlan cada vez más territorios y actúan con una impunidad, que saben que nada les pasara, extorsionando a comerciantes, a empresarios, agricultores y a todo aquel comerciante que se les atraviese; asesinan, levantan y violentan a jóvenes mujeres, es escandaloso el número de feminicidios diario en todo el país, sembrando el terror entre la población e imponiendo “sus leyes”, ya sea a través de sus sicarios armados, algunas veces disfrazados de “policías comunitarias” o “autodefensas” como en Guerrero y Michoacán. Y como se ha visto ni los soldados, ni los marinos, y mucho menos la Guardia Nacional los enfrenta, porque tienen órdenes precisas de “cuidar a los criminales”, los carteles del narcotráfico conviven en este gobierno de la 4T, y disfrutan de tiempos de impunidad, para producir, vender y traficar toda tipo de drogas, armas y personas, como sucede con el el “cartel de Chamulas”, que opera en los altos de Chiapas. Durante este gobierno fallido, no se buscan a los capos, ni se detiene a los criminales, que generan la violencia, tampoco dan cuenta  de los decomisos de estupefacientes o de la devastación de laboratorios para producir drogas. Y la sociedad mexicana no encuentra una explicación a esto, y los norteamericanos menos, que cada semana vienen a entrevistarse con sus homólogos mexicanos, ello solo puede entenderse por dos vías: por las órdenes directas del presidente, de que no quiere muertos y  rehúye el enfrentamiento con los criminales, cuidando así la vida del personal castrense como de los sicarios, que gran paradoja; y la otra, que definitivamente al gobierno de la 4T,  le conviene tener a los carteles como aliados, y no como enemigos para coadyuvar a su proyecto político, que perversidad y que gran peligro para el país.

Durante tres años y medio de desgobierno, la 4T no ha logrado disminuir la violencia en el país, ni ha frenado la producción y tráfico de enervantes, lo que sí han permitido es el fortalecimiento de un “gobierno espejo”  en el que los carteles criminales  aplican “sus propias leyes”, recaudan sus gravámenes y hasta organizan su procedimientos “extralegales”.  Sin Estado de Derecho, ni gobierno que nos defienda, la sociedad queda en un estado de indefensión que está muy cerca de volverse un Estado fallido. Pueblos y territorios completos son tierras sin ley, vastas regiones controladas por el crimen organizado inmersas en una espiral de violencia y putrefacción máxima, con miles de muertos y desaparecidos. Existen espacios completos del país donde el Estado Mexicano ha sido reemplazado, eclipsado y capturado. Somos un narco estado o un Estado Fallido?

ES CUANTO

ADENDDUM: la estrategia de AMLO e conservar el poder a toda costa, y se valdrá de las fuerzas armadas y de los grupos criminales para conservarlo en el 2024. Ojalá y el gobierno norteamericano le ponga un alto y nos salve de ese trágico futuro que se avecina.