En el siglo XVII, el filósofo René Descartes notó una curiosa relación entre el cuerpo y la mente conectada por hilos, pero no fue hasta muchos siglos después que se descubrió que en realidad el cerebro registra la realidad y nuestro entorno por medio de fibras nerviosas que reaccionan a diferentes estímulos. Pero aún quedaba una pregunta por resolver, y de acuerdo con el comité del Premio Nobel ha sido resuelta.

Este año el Premio Nobel de Fisiología o Medicina fue otorgado conjuntamente a David Julius, profesor de fisiología en la Universidad de California, San Francisco, y a Ardem Patapoutian, biólogo molecular y neurocientífico de Scripps Research en La Jolla, California, “por sus descubrimientos de receptores para la temperatura y el tacto”.

“Nuestra capacidad para sentir el calor, el frío y el tacto es esencial para la supervivencia y sustenta nuestra interacción con el mundo que nos rodea”, dijo el comité del Nobel en un comunicado de prensa. “En nuestra vida diaria damos por sentadas estas sensaciones, pero ¿cómo se inician lo impulsos nerviosos para que se puedan percibir la temperatura y la presión?”

Mientras que el Dr. Julius revolucionó la forma en que los científicos comprendían la sensación de ardor creada por los chiles recreándolo por medio de la capsaicina, el componente activo de los pimientos picantes, el Dr. Patapoutian  usó células sensibles a la presión para descubrir una nueva clase de sensores que responden a los estímulos mecánicos en la piel y los órganos internos.

Según el comité del Nobel, ambos lograron ayudar a resolver la pregunta sobre “¿cómo percibimos nuestro entorno?”.

“Los mecanismos subyacentes a nuestros sentidos han despertado nuestra curiosidad durante miles de años, por ejemplo, cómo los ojos detectan la luz, cómo las ondas sonoras afectan nuestro oído interno y cómo los diferentes compuestos químicos interactúan con los receptores en nuestra nariz y boca generando olfato y gusto”, explicó el comité.

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