Aunque celebró la coincidencia de su actuar con las palabras del Papa Francisco –“no es la violencia el camino para conseguir la paz”, escribió el Sumo Pontífice–, el Presidente Andrés Manuel López Obrador volvió a entrar en conflicto con la Iglesia Católica.

Los obispos mexicanos de todas las diócesis le exigieron que asuma su responsabilidad y dé respuestas a la altura de las circunstancias, así como que replantee la estrategia de seguridad, al aseverar que la actual ha fracasado porque la violencia y la inseguridad en el país ya son insoportables.

Ello a raíz del asesinato de dos sacerdotes jesuitas en la Tarahumara.

«Ahora como nunca, el dolor de la cruz se vuelve más intenso por tanta sangre inocente derramada a lo largo y a lo ancho del país. Los índices de violencia y sus estructuras de muerte, se han desbordado e instalado en nuestras comunidades, desfigurando a la persona humana, y destruyendo la cultura de paz», expuso Ramón Castro Castro, secretario general de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) en un video reproducido ampliamente no sólo a lo largo y ancho del país, igual en el extranjero.

AMLO, empero, se mantiene en la necedad.

No va a cambiar su “estrategia” de “abrazos y no balazos”.

No obstante que las cifras de asesinatos y de masacres se incrementan día con día, el Jefe del Estado mexicano –responsable de la seguridad pública– continúa, terco, inamovible, en su idea de que sólo atacando las raíces de la violencia con dádivas a los jóvenes puede acabar este torbellino de sangre que nos inunda a los mexicanos.

Son ya 27 sacerdotes asesinados por la delincuencia organizada en los últimos tres años. Son ya decenas de miles de vidas las que han cobrado los delincuentes, quienes gozan de total impunidad, pues al fin y al cabo, dice el pastor en sus “mañaneras”, son ovejas descarriadas, seres humanos que también tienen derechos que hay que cuidarles.

Extorsiones también crecientes. Secuestros. Feminicidios. Nuestro cada vez más escaso patrimonio y nuestra existencia en manos de quienes, pareciera, son los cómplices de López Obrador.

Es su terquedad contra nuestra seguridad.

Y ni la Iglesia, con la que ha topado, puede hacer nada por nosotros.

De mal en peor, ¿no cree usted?

Un verdadero tipo de cuidado

Siempre tenía separada, a su nombre, una mesa en el restaurante La Mansión de la avenida de los Insurgentes Sur, a pocas calles del Suntory en donde perpetró el artero asesinato de su joven esposa, la cantante Yrma Lydya.

Jesús Hernández Alcocer se sentaba a comer y ponía su pistola, con cachas de oro, sobre el mantel, al lado de los cubiertos.

Se dice abogado, pero no lo es.

Comenzó su carrera de amenazas, atracos y golpes en las desparecidas tiendas París-Londres y Al Puerto de Veracruz, antes de que fuesen vendidas a la cadena Suburbia. Era agente de seguridad.

Se ganó la confianza del propietario quien, al paso de unos meses, lo despidió al sentirse también amenazado por su cercanía.

En alguna otra ocasión, Hernández Alcocer invitó a su casa a un magistrado de lo familiar, cuyo nombre me reservo.

Recién se había divorciado y la tutela de los hijos procreados por el matrimonio que había llegado a su fin la quería para él. Así que sacó la pistola y amenazó al juzgador a quien le habría dicho que lo mataría si no le otorgaba la custodia de los menores.

El tipo, ya en chirona, es violento. Muy violento.

Aunque dice ser muy cercano a prominentes miembros de la 4T, por lo que debe suponer que su pena será leve, amparándose en que también es humano y también tiene derechos.

¿Cómo lo ve usted?

Indicios

“Estoy muy optimista y es muy importante el impulso en política y ya traemos impulso, entonces, los dos años que nos faltan y unos meses más, pues se van a convertir en cuatro o en seis, porque ya sabemos lo que se tiene qué hacer. Está funcionando nuestra estrategia desde el principio, ya están las obras en proceso, es cosa da darle continuidad y de trabajar, más, mucho más, pensando que terminamos el 30 de septiembre de 2024”, dijo apenas el señor López Obrador. Y sí, aún faltan dos largos años para que concluya esta pesadilla. Dos años en los que habrá más frustración por parte del autor de las cantaletas matutinas desde Palacio Nacional. Y eso sí, mucho más bla, bla, bla y cada vez menos resultados. * * * Ya sabemos cómo va a celebrar AMLO los cuatro años de su triunfo electoral: con la inauguración de la cada vez más cara y menos promisora refinería de Dos Bocas, en su natal Tabasco. Como el AIFA, será una inauguración simbólica pues, si no se hunde antes por estar sobre un pantano, comenzará a producir refinados hasta dentro de un par de años. * * * Cada ocasión en la que el fiscal Alejandro Gertz Manero levanta el teléfono produce un escándalo. Lo tienen intervenido. Y supongo que no sólo particulares con quienes tenga cuentas pendientes, también las agencias del Estado mexicano y, sobre todo, las agencias extranjeras, particularmente las estadounidenses, pues los vecinos del norte están preocupados y ocupados por el actuar del personaje. Aquí no. Aquí goza de todas las confianzas del Primer Magistrado, según ha reiterado él mismo la semana anterior. * * * Por hoy es todo. Le agradezco su compañía y, como siempre, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!