Por Roberto Fuentes Vivar 

El presidente Andrés Manuel López Obrador sabe tejer un hilo político muy fino.  Con frecuencia anuncia en la mañanera alguna propuesta y con ello somete el tema a debate entre la sociedad. Algunas veces las propuestas se descontextualizan y las opiniones (a favor o en contra) se sesgan.

En la mayoría de los casos he estado a favor de sus propuestas, como lo he publicado de manera sistemática en este espacio. Ahora no, por lo menos no del todo. Y por eso a continuación expongo mis razones.

Específicamente esta semana el presidente presentó dos propuestas para el debate: el tabaquismo y la posible eliminación del horario de verano. En el primer caso tengo objeciones. En el segundo no. ¿Por qué?

Pero hay que comenzar por el principio. En el caso relacionado con el tabaquismo y sus secuelas, esta semana:

1.- Se publicó un decreto que prohíbe, desde el martes, el uso y la comercialización de vapeadores y cigarros electrónicos, por el grave daño que provocan a la salud. No se especifica si en el decreto están los calentadores de tabaco, a los que empresas como Philip Morris han apostado todo, incluso dejando de fabricar cigarrillos de tabaco en el país.

2.- Se anunció una iniciativa ante legisladores (modificar Ley General para el Control de Tabaco) para ampliar los sitios donde está prohibido fumar, que incluiría playas, estadios y centros de espectáculos al aire libre. También se pretende eliminar la publicidad o promoción de productos con tabaco en las redes sociales y servicios de streaming.

3.-En la Ciudad de México, la Gaceta Oficial dio a conocer 11 espacios del centro histórico en donde está prohibido fumar en la vía pública, entre ellas el zócalo capitalino.  Lo curioso es que indica que tampoco se pueden utilizar productos alternativos al consumo del tabaco, como vapeadores y cigarrillos electrónicos, en las zonas delimitadas. Incluso se estipulan multas de hasta dos mil 886 pesos para quienes incumplan.

En los tres puntos estoy en contra, por tratarse medidas privativas que pocas veces logran cumplir su cometido. Creo que no es prohibiendo como se puede eliminar ni reducir el tabaquismo en México, sino a través de educación y de respeto a los derechos humanos de todos, incluyendo los fumadores.

Confieso que soy fumador desde hace más de 50 años y que tengo razones (incluso ideológicas) para este hábito, pues consideró que se trata de un producto (el tabaco) originario de México, cuya industria si no debería ser promovida, por lo menos no debía ser satanizada a tal grado. ¿Por cierto sabe el lector que el tabaco es oriundo de la zona maya (la península de Yucatán), precisamente de una de las regiones que más se pretende impulsar en este sexenio?

No soy vapeador (ni lo he intentado siquiera) pero creo que más que una prohibición debería haber una vigilancia intensiva sobre estos aparatos y las sustancias que se venden para convertirlas en vapor, porque hay algunas que pueden ser, sí, demasiado nocivas. Incluso hay más de cuatro mil productos diferentes de vapeado, algunos  con inhaladores con saber hasta a gansito Marinela. ¿Qué cantidad de porquerías contienen? Quizá ni los fabricantes lo sepan.

Ya el Gobierno Federal (la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios, la Cofepris, pues) había lanzado alertas sobre el uso de este tipo de aparatos que nacieron, crecieron y se reprodujeron tras las prohibiciones al tabaco. Es decir que se trata de una especie de Frankestein generado por las limitaciones a los fumadores. Qué bueno que se regule, pero, pregunto ¿está bien la prohibición total?

En cuanto a las prohibiciones que adelantaron el presidente y el doctor Hugo López Gatell como parte de las modificaciones a la Ley General para el Control de Tabaco, supuestamente se encuentran en la Comisión Federal de Mejora Regulatoria (Cofemer).

Busqué ahí los cambios para no opinar sin conocimiento de causa y encontré el decreto a discusión, mediante el “que se reforman los artículos 1; 2, en sus fracciones II, IV, VII, XIII, XIV, XV y XVII; 4; 5, en su fracción VI; 7, en su primer párrafo; 8; 31, en su segundo párrafo; 33, en s u primer párrafo y su fracción II; 40, en su primer párrafo; 50, en su primer párrafo; la denominación del Título Tercero; 51, en su primer párrafo y sus fracciones I, II y IV; 52, en sus fracciones I y II; 53, en su primer párrafo; 54, en su segundo párrafo; 55; 56, en su primer párrafo; 57; 58; 59; 60, en su primer párrafo y su fracción I; 65, en su primer párrafo; 66, en sus fracciones I y VI; 67; 69; 70; 72, en sus fracciones I y II; 73, en su fracción II; 76, en su primer y último párrafo y sus fracciones II, III; 77, y 79, en su fracción I; SE ADICIONAN al artículo 2 la fracción IV Bis, VI Bis, VI Ter, XVIII y XIX; al artículo 10 el párrafo segundo ; el artículo 13 Bis; al artículo 31 el tercer párrafo; al artículo 33las fracciones II Bis y II Ter; al artículo 40 las fracciones I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX, X, XI, XII, XIII, XIV, XV, XVI, XVII, XVIII, XIX, XX, XXI, XXII y XXIII; el artículo 50 Bis; al artículo 51 la fracción I Bis; al artículo 60las fracciones I Bis, . Ter, I Quater, I Quintus y I Sextus; al artículo 65 el último párrafo; el artículo 65 Bis, y el artículo 65 Ter; y SE DEROGAN del artículo 2 las fracciones V y XII; del artículo 33la fracción III; el artículo 41; 42; 43; 44; 45; 46; 47; 48; del artículo 60, la fracción II; el artículo 61; 62; 63; del artículo 65 las fracciones I, II, III, IV, V, VI, VII, VIII, IX y X, y del artículo 76 la fracción IV, todos del Reglamento de la Ley General para el Control del Tabaco”.

Reconozco que en una primera lectura no encontré los párrafos referentes a la prohibición en playas, estadios y otros espacios públicos, pero sí algunos datos que reproduzco: “En México se estima que cada año mueren poco más de 51 mil personas por enfermedades atribuibles al tabaquismo, que representan: 7.3% del total de las muertes producidas por enfermedades: al año, 141 muertes al día que pueden ser prevenibles y 1,2 millones de años de vida saludables perdidos anualmente atribuibles al consumo de tabaco. Se estima que, en México de las muertes por enfermedades atribuibles al tabaco, 11,469 Corresponden a enfermedades cardiacas, 10,664 a enfermedad pulmonar obstructiva”.

Algo que llamó mi atención en uno de los varios documentos que se acompañan para justificar el decreto se dan a conocer varios datos que parecen incongruentes. Quizá no los entendí cabalmente. Uno de ellos indica textualmente: “Para cuantificar este costo explicaremos como está conformado el mercado de la industria tabacalera en México. Philip Morris controla el 74% del mercado. British American Tabaco México el 26% restante. Se estima que esta industria genera 268 millones al año”.

Sin embargo más adelante se señala, también textualmente: “El gasto que hacen los mexicanos en la compra de productos relacionados con el tabaco anualmente es de $72, 000, 000,000.00 (72 mil millones de pesos) al año. ¿Cómo es posible que los mexicanos gasten 72 mil millones y el valor de la industria sea de 268 millones?