Enfoque Informativo

  • La costumbre de hacer propósitos de Año Nuevo data de Babilonia, ¿lo sabías?

Un rito es un acto simbólico compartido por un grupo de seres humanos. Generalmente, se celebra en forma ceremonial de manera repetida, con la finalidad de cristalizar un sistema de pensamiento o un esquema de valores determinado. Por ello, tal vez, nos esmeramos en conservar algunos rituales de Año Nuevo, con cada diciembre que llega a su fin.

Existen diversas manifestaciones rituales, desde las celebraciones religiosas hasta ciertos patrones que imitamos de manera inconsciente, porque nos dan seguridad. A nivel cultural, generan un sentido de pertenencia.

Comer 12 uvas

La costumbre de comer 12 uvas en la última noche de diciembre fue una herencia de España a América Latina, tras el proceso colonizador. La tradición dicta que, con cada campanada a media noche, se debe de comer una uva. Así lo dicta uno de los rituales de Año Nuevo más extendidos en Occidente.

A pesar de que no se tiene certeza del origen preciso de la costumbre, se sabe que los burgueses españoles que llegaron al Nuevo Mundo imitaban de manera aspiracional a los franceses, quienes despedían la Nochevieja tomando vino espumoso y comiendo uvas.

Recibir el año debajo de la mesa

Cuando repican las campanas de las 12 de la noche el 31 de diciembre, millones de personas llevan a cabo el mismo ritual: recibir el Año Nuevo debajo de una mesa. De acuerdo con la Universidad de Guanajuato, en México, “está ligado directamente a encontrar el amor” en la tradición popular mexicana.

Aunque no se sabe a ciencia cierta de dónde viene esta costumbre, hay personas que van un paso más allá. Para asegurarse de que el año entrante tendrán una pareja fiel, usan calzones rojos como signo de “buena suerte” en ese terreno. No hay evidencia científica que realmente relacione un evento con el otro.

Propósitos de año nuevo

Erigida entre las aguas de los ríos Tigris y Éufrates, Mesopotamia fue de las primeras civilizaciones de las que se tiene registro en la Historia de la humanidad. Incluso desde entonces, los antiguos babilónicos tenían la costumbre de redactar una serie de propósitos para iniciar un año nuevo, que celebraban en marzo durante 12 días.

Para este festejo, llamado Akitu, no se escribían propósitos como una medida de superación personal. Por el contrario, era un acto cívico y religioso a la vez, en el que los ciudadanos juraban una serie de metas frente al gobernante en turno, que se mantenían como ejes esenciales para tener el favor de los dioses en todo el reino.

Siglos más tarde, los romanos adoptaron esta costumbre y la trasladaron al emperador. Durante el mismo mes, se le hacían una serie de juramentos de lealtad, que se renovaban año con año, explica el antropólogo Anthony Aveni, en su libro.

Sin embargo, para el Siglo XVIII, esta línea de promesas civiles fue adoptada por la iglesia metodista, quien la llevó a la práctica de realizar servicios de renovación el 31 de diciembre. Durante sus servicios religiosos, se daba la oportunidad a los feligreses de pensar en lo que había pasado durante el año, y así, renovar su compromiso con Dios durante un año más.

Barrer la entrada de la casa

Específicamente en México, justamente a medianoche se abre la puerta principal de la casa y la gente barre hacia afuera. Simbólicamente, es una manera de sacar “el polvo” que se generó durante el año anterior, para recibir un nuevo ciclo con un hogar limpio. Visto de otra manera, es una forma de limpiar las malas experiencias y cargas que se acarrean hasta la última noche de diciembre.

Así como sucede con el ritual de esconderse debajo de la mesa, no se tiene un origen ni una explicación exacta de cuándo empezó esta costumbre. Sin embargo, algunas personas lo practican para librarse de las “malas energías” que pudieron quedar de un ciclo que, finalmente, llegó a su fin.

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