“Un pueblo que elige, corruptos, impostores, ladrones y traidores, no es víctima sino cómplice” George Orwell.

Nos encontramos en esta fecha, con que ya se ha sucedido el 60% del tiempo de la actual Administración, restándole exactamente 869 días. Algunos dirán que falta mucho tiempo, como otros dirán lo contrario. Lo cierto es que para muchos que escuchamos con atención aquel gran discurso del Presidente Andrés Manuel López Obrador en el Zócalo de la CDMX, luego de su toma de posesión en el Congreso, nos quedamos con un discurso pleno de esperanza, lleno de expectativas positivas ante aquella frase dicha por el Presidente, que resumía el objeto del mandato que ese día comenzaba: Buscamos la purificación de la vida pública de México, frase sin duda, que representaba el objetivo primordial del movimiento de la Cuarta Transformación.

La emoción, el innegable carisma del presidente, la propia atmósfera, los vítores, la música, pirotecnia y demás, cerraron aquel discurso y aquella noche, con una buena cara hacia el futuro. Ni duda cabe que hubo los que, de alguna manera quedaron abrazados al escepticismo, sin creer absolutamente nada de aquel discurso.

1,262 días después, el panorama no se mira nada halagüeño. La prometida Cuarta Transformación, aún no se perfila en sus premisas primordiales como la de Primero los pobres, sabiendo que tenemos a algo más de 4 millones de pobres más, Cero corrupción e impunidad, de las que hemos estado llenos de denuncias, testimonios, y de sospechismo en lo general y en la propia administración en sus más altos niveles jerárquicos. Las políticas públicas respecto de los resultados en términos de programas sociales, económicos, de corrupción, de salud, de política tanto interna como externa, así como los imparables y a la alza, índices de violencia e inseguridad, proyectando que en el presente gobierno, estos índices superarán a los homicidios dolosos, feminicidios, periodistas asesinados, de los gobiernos de FCH y de EPN, con una dolorosa, penosa y vergonzosa  lista, con varios etcéteras. No, el panorama es imposible verlo halagüeño. Desde mi perspectiva se ve harto difícil para los mexicanos.

Hay desilusión, decepción en varios sectores de la población y sin duda que las señales de esto son tangibles. Lo vimos primero con la elección intermedia, en donde de facto la oposición obtiene más votos que la coalición en el poder, luego viene la Revocación de Mandato, en donde la oposición hace un llamado al vacío en las urnas, y el vacío lo hicieron 76 millones de personas que no acudieron, quedando evidente entre otras cosas, que aquel bastión que les significaba a MORENA la CDMX, ya no lo era. Siguió el deshecho de la Reforma de la Industria Eléctrica, así como los anunciados “no” a la Reforma Electoral y desaparición del INE y a la Reforma de la Guardia Nacional. En lo particular me parecen francas señales de que lo que era aquella aplanadora de MORENA en el 2018, ciertamente está dejando de serlo.

¿Cuál sería el momento actual, el hoy en el gobierno, la fotografía? Primero diría que una polarización que día a día crece más. División que los politólogos dicen es provocada estratégicamente. La idea, dicen estos gurúes, es continuar presentando este tipo de reformas, las que aún a sabiendas de que van a ser rechazadas, precisamente por esa razón, es que les da la mejor de las oportunidades, para que los fallos que vendrán, poder decir que fueron debido a que no fueron aprobadas, por ejemplo, en el caso de la electoral, con toda la oportunidad de alegar fraude en el caso de que pierdan en el ´24. ¿Cabrá tanta perversidad política en MORENA? Luego agregaría, los comentarios de que, al parecer, a este gobierno ya se le acabó el gobierno, o sea, de ser así, ya está en una franca carrera electoral por el ´24, y MORENA de lleno en la sucesión Presidencial. Si esa es la fotografía de hoy, me resulta penoso a lo que ha terminado por reducirse la llamada 4T.

Por el otro lado, y con todo el derecho de expresión de su lado, están los defensores, los que creen que todo va muy bien, los que dicen con toda fe, que es un “parto difícil”, y que se requiere de más tiempo para que florezcan y se den los resultados. Que todo es debido a los gobiernos anteriores y a las acciones de conservadores y neoliberales que no quieren perder sus privilegios y hacen todo para recuperarlos.

Ante esto, diría que falló el pronóstico o que los buenos deseos no se cumplieron y que, ante el tiempo en reserva, el que se cumplan va a estar muy difícil sino imposible. Empezamos con que, desde el día de inicio de este gobierno, la corrupción ya no existiría, que tendríamos en la brevedad un sistema de salud como el de Dinamarca, que creceríamos al 6+% anualmente, que la política de “abrazos no balazos” daría resultados en el primer año, que esto, que aquello, etc., y objetivamente todo esto ha empeorado, opacando a lo bueno que sin duda también hay que acreditar se ha logrado, a mi parecer, principalmente lo que se refiere a los programas sociales. ¿Los megaproyectos?, sigo pensando que la cancelación del NAICM, fue y podrá ser el más grande de los errores del presente gobierno, y que solo el Transístmico es en realidad un gran proyecto.

Queda entonces como nunca la puerta abierta para la oposición política en México, oportunidad que la tienen en la mesa, y que, sin embargo, no están aprovechando. Si bien esta oposición empieza a elevar su voz, no se ve contundencia ni caras referentes de la misma. No se ve hasta ahora un discurso de propuesta, percibo que siguen solo reaccionando a la agenda presidencial, y que se están tardando en dar el paso a la iniciativa, a las propuestas, a la construcción de una narrativa que realmente los pueda convertir en una verdadera y real opción para un cambio en el próximo ´24, lo que hoy por hoy, a pesar de los recientes fracasos que se le puedan endilgar a la actual Administración, definitivamente no lo son.

Claro, hay héroes y traidores, pero en los actores actuales de nuestra política, creo que no son ni lo uno, ni lo otro.

Les abrazo.