La Clínica Trans de Ciudad de México busca erradicar el rechazo frecuente para las personas transgénero al brindar un servicio que incluye apoyo psicológico y tratamientos hormonales.

La clínica cuenta con 32 trabajadores, de los cuales 11 son mujeres y hombres trans con quienes se busca generar confianza a los usuarios.

Sandra respira aliviada porque su amiga por fin recibe atención tras ser rechazada en siete hospitales. Afectada por inyectarse biopolímeros, la asisten en la primera clínica pública para personas transgénero de México.

“Eso es discriminación”, denuncia Sandra Montiel, trabajadora sexual de 43 años, al recapitular el tortuoso periplo por centros de salud de la capital.

Su compañera finalmente fue auxiliada en la Clínica Trans de Ciudad de México, la primera de su tipo en el país. En Latinoamérica son mayoritariamente privadas.

Llegó allí luego de sufrir complicaciones por aplicarse biopolímeros en los glúteos. En casos extremos, esta sustancia puede generar infecciones mortales.

Pero aun así “no la quisieron ni tocar, ni revisar, ni hacer una limpieza” en los otros hospitales, contó indignada Sandra.

Situaciones de confusión y rechazo son frecuentes para las personas trans cuando buscan atención médica, algo que en la nueva clínica quieren erradicar al ofrecer un servicio que incluye apoyo psicológico y tratamientos hormonales.

“No todos los lugares de salud están capacitados o familiarizados con la comunidad trans. Muchas veces (las pacientes) se sienten discriminadas o tienen miedo a un maltrato”, cuenta Erika González, encargada del área médica.

La clínica, una promesa de campaña de la alcaldesa Claudia Sheinbaum, cuenta con 32 trabajadores, de los cuales 11 son mujeres y hombres trans con quienes se busca generar confianza a las y los usuarios.

“Entender desde pares (…) rompe los paradigmas de otros espacios en donde se sienten violentadas, excluidas y discriminadas”, explica Oyuki Martínez, asesora del centro de salud y activista trans de 43 años.

Lo sabe bien el enfermero Karim Gutiérrez, que se ha sentido discriminado por ser transgénero.

“Fuimos buscados (contratados) para poder dar este abrigo, para no vernos diferentes (…), no tener esta observación de qué eres cuando realmente somos personas”, sostiene Gutiérrez, de 38 años y quien cambió su identidad hace dos.

Estas modificaciones legales son posibles en la capital desde 2014.

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