Carlos Álvarez Acevedo @CarlosAlvarezMX
Establecimientos de tradición en Acapulco, como lo es el restaurante Suntory, que tiene muchos años manteniendo su calidad en alimentos y en la atención a sus comensales -locales, nacionales e internacionales- deberían de ser celebrados y no estigmatizados, por mantener una plantilla laboral de al menos medio centenar de trabajadores acapulqueños, que con sus ingresos mantienen a, por lo menos, 200 familiares más.
Para quien no lo sabe, el Suntory de Acapulco forma parte de un holding japonés -sociedad comercial cuya principal o única función es la de tener o administrar la propiedad de otras sociedades o compañías-, que tiene más de 40 años invirtiendo en México, donde abrió su primer restaurante en el mundo, y, ahora, cuenta con sucursales en la capital de la República, Guadalajara y Puebla.
El Suntory y su hermano el Shu son restaurantes caros, por lo que no son accesibles para la mayoría de los 779 mil 566 habitantes de una ciudad, que según la última medición multidimensional de la pobreza a nivel municipal 2020, realizada y publicada por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), en diciembre del 2021, es la que más personas en pobreza extrema tiene, con un total de 126 mil 672.
Es por eso que si se observa en una fotografía, a una militante del partido Morena, que pregona la austeridad republicana, disfrutando de deliciosas viandas en un lugar ostentoso como es el Suntory, se desatará de inmediato un escándalo en las virales redes sociales. Más aún si esa política antes no se caracterizaba por ostentar lujos, y si en una de sus últimas declaraciones había dicho que “no cargaba [dinero] ni para comer”.
Sin duda, se equivocó Abelina López Rodríguez al asistir al festejo con motivo del cumpleaños de quien funge como su secretaria de Desarrollo Social, Leticia Lozano Zavala. También erró quien, en estos tiempos de presunta austeridad, haya realizado una celebración en dicho lugar. Asimismo, la zurró quien exhibió a la alcaldesa, al difundir al captar y difundir la fotografía que se viralizó en las diversas redes sociales.
Estas situaciones, de presunta debilidad, son aprovechadas por los adversarios políticos de la alcaldesa acapulqueña, así como por sus detractores, para realizar un penoso linchamiento mediático, órganico o intencionalmente impulsado -pagado pues-, en el que sólo desnudan su miserable visión de las cosas. No cuentan los pesos, sino los centavos.
Aquí cabe el célebre cuestionamiento: ¿por qué nunca señalaron los comportamientos ostentosos y cínicos de los antecesores de Abelina en Acapulco? Callaban como momias cuando ex funcionarios, ex legisladores -regidores y diputados locales o federales-, así como a los propios ex alcaldes (priistas, perredistas y morenistas), no sólo comían casi a diario en el Suntory, sino que también llegaban a dicho restaurante con camionetas blindadas propiedad del Ayuntamiento, así como con invitados, asistentes, escoltas y viáticos pagados por el Gobierno Municipal.
No obstante, al final de cuentas, este minúsculo escándalo se olvidará -como sucede con casi todo en ese océano virtual llamado Internet- y se diluirá poco a poco hasta que no quede como una simple anécdota más. Lo importante, lo sustancial, es lo que está haciendo la alcaldesa en su Administración, que el pasado sábado 8 de enero cumplió 100 días, un lapso que se impone la propia ciudadanía, así como los actores políticos y sociales, como periodo de oportunidad, y para evaluar, a corto plazo, si un gobernante va bien o mal.
Muchos -incluyendo por supuesto a los articulistas de los diversos medios- están haciendo análisis simplistas y al vapor de lo que ha realizado Abelina hasta el momento. No ven el bosque desde arriba. Y, desde luego, no se puede observar la copa de un árbol desde abajo. Necesitan más y mejores argumentos. Utilizar menos la víscera y más la corteza cerebral, esa capa formada por la sustancia gris, donde se sitúan los centros de la inteligencia y el sentido de la vista.
El reto para la alcaldesa también es enorme, requiere rápido de un cambio de perspectiva. Le urge que las ideas de sus asesores y principales funcionarios se formen ‘out of the box’, como dicen los gringos, esos que ya casi ni vienen a visitar Acapulco, ciudad a la que no le bastará con que Abelina pida créditos a corto plazo para pagar la nómina o que siga esperando que el Gobierno Federal venga en su rescate, porque AMLO también tiene otros 2 mil 458 municipios y 16 alcaldías que atender.