Es otro día más en Guerrero. La calidez primaveral cubre el bello territorio suriano. Se anticipa una jornada normal. Tráfico, marchas, bloqueos, protestas, nada fuera de lo común, a excepción de la visita presidencial. Viene Andrés Manuel López Obrador de nuevo, en muy breve visita, sólo para correr la atención a los banqueros inaugurando su convención.

Luego de dos años, nuevamente es presencial el cónclave anual del sector bancario y financiero del país, foro donde se le toma el pulso a la economía y también, de refilón, a la política. La banca sigue teniendo un peso político específico, sin duda. Lo tenía antes y lo sigue teniendo ahora con la 4T. Esto claro, al morenismo radical le purga.

Y se repiten las escenas ya muy vistas. Oratoria triunfalista sobre todo en materia económica. Presume el presidente una recuperación con cifras que los banqueros escuchan de reojo y con recelo, porque saben que siempre el mandatario trae otros datos.

No cualquiera entiende cómo una economía pueda avanzar con alta inflación y muy escasa inversión, lo que se traduce obviamente en una casi simbólica creación de empleos remunerados, porque no hay que negarlo, los puestos de trabajo que se han alcanzado a generar en los últimos dos años son de esos baratos, de tres pesos.

Pero bueno, viene el presidente y les cumple. Todos contentos. Se repite la liturgia. Convención pletórica de guayaberas, sonrisas y pláticas informales. No faltaron el abrazo, muchos elogios y palmadita para Evelyn Salgado Pineda, nuestra sin duda carismática gobernadora. El presidente se va, no sin antes recibir el tradicional baño callejero de reclamos y protestas. Todo normal, pues.

De vuelta a la realidad, Evelyn tiene que regresar a lo suyo, que no debería ser lo suyo: la atención de la protesta. En un hecho insólito, en los últimos días la hemos visto atender personalmente eso que es tradición y negocio de muchos en Guerrero: los bloqueos, las marchas, los reclamos.

No digo que sea un error que la gobernadora dialogue directamente con los protestantes. Como muestra de compromiso y apertura se ve bien, pero mantener esa estrategia de manera frecuente desgasta muy rápidamente. Además, no veo a la gobernadora tratando de resolver a diario todas las protestas. Eso es obviamente imposible.

Lo que sí evidencia esa actitud de la mandataria, es que está consciente de que su gabinete le ayuda muy poco o casi nada para resolver esos asuntos de elemental gobernabilidad.

Atrás ha quedado aquella oportunista grandilocuencia inicial que ofrecía conformar un gabinete “con lo mejor de Guerrero”, pues el equipo que la rodea, por muy académico que sea, en la práctica resuelve muy poco. Es decir, la simulación sigue imperando igual o peor que antes. Si no, vean la autopista, las avenidas, calles y plazas, colmadas de reclamantes de todo, a quienes no les resuelven prácticamente nada o les dan largas tan largas que se vuelven eternas.

¿Quiénes realmente operan en favor de la gobernadora? Son contados. En la Secretaría General de Gobierno, se supone brazo operador del Ejecutivo, aparte de su titular, quien aún no acaba de llenar el cargo, es decir, le viene quedando grande, pero por lo menos aparenta hacer mucho, todos los demás parecen damas de compañía.

No hablemos del sector educativo, por ejemplo, porque ahí no terminamos. Nada más con los radicales cetegistas, compadres vergonzantes de la 4T, hay para dar y regalar. Súmele a los de Ayotzinapa y demás normalistas, a los maestros reclamantes de plazas y recategorizaciones, a los de prepas populares, y demás etcéteras. Es el caos.

Ahí, en Educación, no pueden con el nudo gordiano porque lo pretenden resolver con retórica nada más y pues no, hay que negociar y, lo más difícil, conceder. Pero si nadie dialoga y hay protestas que paralizan las principales ciudades del estado sin que los funcionarios siquiera se acerquen, porque están encarnados a sus confortables sillones de palacio de gobierno, pues desde luego que están dejando sola a la mandataria.

Y la SEG sólo es un caso. Todos los demás reclamantes por todo, que abundan, seguirán en las calles. Entonces, si lo más elemental no es atendido, ¿cómo se va a construir el proyecto de gobierno de una administración que lleva apenas unos meses? No obstante, veo a una gobernadora que ya va definiendo la visión del estado que aspira dejar al final del sexenio, pero el problema es que sus colaboradores más que apoyarla, le generan lastre.

Desde luego que en todo esto existen motivaciones políticas mezquinas porque en el gabinete estatal y en toda la administración existen numerosos grupos y facciones, que de origen así quedaron conformados, como consecuencia obvia del pago de cuotas y compromisos. Todos pasaron por cierto palomeo senatorial antes de alzar la mano y rendir protesta, aunque lo nieguen y se den baños de agua bendita.

Quizá por ello, muchos no se sientan políticamente obligados con la gobernadora y ahí están los resultados. Como sea, es tiempo de que Evelyn depure su estructura, si realmente quiere concretar su propio proyecto de gobierno. El de ella, subrayo, no el que le pretendan imponer.

Hay señales que así será, porque si bien se muestra como una mujer tolerante y paciente, ya deslizó que en breve hará cambios en la estructura de gobierno. Si es así está a tiempo de relanzar la administración. Liberarse de la complacencia y la simulación le vendría muy bien. Sacudir el arbolito o de plano podarlo todo.

Ojalá esos cambios lleguen pronto y sean a fondo, porque si resultan meramente cosméticos no le servirán de nada, ni a ella ni a Guerrero.