La pregunta común es: ¿te ha hecho justicia la Revolución? Yo preguntaría si las generaciones posteriores, incluida la nuestra, le ha hecho justicia.

Nadie hace bien lo que no sabe; por consiguiente nunca se hará República con gente ignorante, sea cual fuere el plan que se adopte. Pancho Villa.

Si cada uno de los mexicanos hiciera lo que le corresponde, la Patria estaría salvada. Belisario Domínguez.

Si no hay justicia para el pueblo, que no haya paz para el gobierno. Emiliano Zapata.

Un buen gobierno solo puede existir cuando existen buenos ciudadanos. Francisco I. Madero.

La revolución de 1910 costó la sangre y vida de mas de 1’000,000 de mexicanos.

A pesar del gran impulso económico que Porfirio Díaz en aquellos tiempos provocó a Mexico en diversos sectores, la marginación y la injusticia social jugaron un papel definitivo para detonar esa revolución.

Producto de tanto sacrificio, 112 años después, resultan innegables los muy grandes avances que México ha tenido en muchos rubros, algunos magníficos que incluso han significado valiosas aportaciones al mundo. Producto de lo mismo son las Instituciones con las que contamos.

Sin embargo, en el terreno de la justicia social también es innegable que el avance ha sido nimio y vemos como la historia al comparar aquellos tiempos con los actuales, nos lo cuenta y nos lo asegura.

Al margen de importantísimos y vitales temas como el de la salud, la educación y otros en los que Guerrero triste, inmerecida e infortunadamente desde aquellos entonces ha sido líder en nuestro país, en lo que respecta a la injusticia social, también seguimos siendo vergonzantemente el número uno, y últimamente se considero al Municipio de Acapulco como el más pobre, considerando el más que doloroso y penoso “cinturon” de pobreza que lo rodea.

Si atendemos al relato de la historia, es fácil pues, comprender el origen y motivos de nuestro presente y aún resulta sin cabida la sorpresa.

Visto así, resulta obvio que el camino pudiera ser un saneamiento de nuestras Instituciones, un saneamiento que las fortalezca y las purifique, de tal manera que en forma generosa y urgente lleven a la brevedad el desarrollo económico a los casi dos millones de pobres, pobrísimos y desposeídos de Guerrerenses que mal viven en nuestras montañas y en los alrededores de unas cuantas ciudades en nuestro Estado.

Al solicitar que ya no haya marchas, que no bloqueen los accesos a las contadas fuentes de ingresos económicas de Guerrero, etc., etc., también deberíamos solicitar el hacer justicia cívica y social a esos hermanos Guerrerenses, de no otorgárselas además de inmoral e injusto, nos estaremos condenando a repetir los infortunios que la historia ya nos ha contado.

El espíritu de la Revolución y tanta sangre derramada en aquel entonces, las generaciones que nos vimos “beneficiadas”, creo que aún le hemos quedado a deber y quizá mucho.

¿Cuando los mexicanos le haremos justicia? Ya nos hemos tardado demasiado.

Les abrazo.