Los movimientos sociales, son icónico en el estado de Guerrero, los campesinos, los estudiantes y los maestros son los grupos de la ciudadanía guerrerense que tiene una agenda permanente, pareciera que, en cada cambio de administración de gobierno, los grupos reactivan, actualizan o reingresan los mismos temas cuando estos han sido nulamente escuchados en los espacios que el gobierno puede tender entre los demandantes civiles y las personas que representan las instituciones.

Desde los años 50´s los maestros disidentes se han manifestado por no pertenecer al centralismo y corporativismo que el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) presentaba como modelo de trabajo en las relaciones integrales de las comunidades escolares: los maestros, los estudiantes los padres de familia y las instituciones, en esa época.

Para el estado de Guerrero existe un nombre sobre estas luchas y protestas, Othón Salazar Ramírez maestro normalista, revolucionario, político y sindicalista que ha dejado una herencia a cada generación magisterial del estado. Esta disidencia ha sido una marca y una lucha constante de peticiones sobre la concepción que estos docentes de la izquierda identifican para “la democratización de la educación, de los derechos de los maestros y de un sindicato democrático”; sin embargo, la misma historia nos ha dado los útiles para saber y conocer como es que en México funcionan los sindicatos, a la venia de los gobiernos y serviles a las propias cupulas de estos mismos, así funcionaban y funcionan los sindicatos.

La llamada Coordinadora Estatal de los Trabajadores de la Educación (CETEG) es un grupo de maestras y maestros, que fueron inicialmente formados en las escuelas normales rurales, internados o normales públicas y que fueron profesionalizándose con el paso de reformas en la ley general de educación, para poder acceder a mayores incentivos económicos, estudiando una licenciatura en la UPN (Universidad Pedagógica Nacional) o Normal Superior; participando en mítines y marchas para apoyar a familias campesinas o a los propios estudiantes como el caso de Iguala en 2014 con la desaparición forzada de 43 normalistas de Ayotzinapa.  Pero, estos hechos han quedado en el olvido como grupo de apoyo a los otros, debido al prestigio que, “ser maestro de la CETEG” ha quedado marcado en rechazo por la sociedad misma.

Hoy los maestros cuando ejercen su libertad de expresión a través de sus movimientos, el rechazo mayoritariamente de la ciudadanía se hace presente, porque se afecta en su totalidad a terceros, a comerciantes, a los medios de transportes, a las familias que se les coarta su rutina del día; y en estos días la sociedad no tiene esa paciencia para detener su pensamiento y su crítica a través de la empatía, porque viene inmediatamente la impaciencia y el enojo, y ¡si! Con justa razón…

Porque se detuvo el transito en la autopista del Sol el pasado lunes 14 de marzo por más de 10 horas, se colapsaron los viajes de ciudadanos, de enfermos, de empresas y de toda persona que transitaría por la caseta de palo blanco para llegar a la ciudad de Chilpancingo, y en otros casos, cruzarla para llegar a otros destinos dentro y fuera del estado, o viceversa.  También la ciudadanía fue victima de estos movimientos, secuestrándola en su libre transito y a los capitalinos poniéndolos en caos durante más de 12 horas en referencia a la movilidad civil.

Tomando calles, avenidas, bulevares y autopistas; es así como los maestros de la CETEG se hacen escuchar, tomando edificios del gobierno del estado para obtener la atención de la ejecutiva de la entidad.  Porque la consigna era que la ciudadanía escuchara sus peticiones que desde el 2 de diciembre del 2021 no han sido percibidas y que son temas que plasmaron en un pliego petitorio; esto a los ciudadanos nos es conocido, porque su modo operador es ese, colapsar para tener una mesa para dialogar o tener mediación y/o solución, eso, eso ha sido cíclico e histórico.

Los culpables no son los maestros, mucho menos los ciudadanos que sufrimos estos arrebatos ideológicos, donde desde la desesperación de no tener avance o resoluciones a sus conflictos, generan otros que son más dañinos para la propia población, la sociedad entera.

Los gobiernos son esa estructura que ordena y ofrece servir a la sociedad, a las familias, a cada sector que la compone; entonces, los maestros mismos, son parte de esa estructura, porque sirven al pueblo a través de enseñar la sabiduría y el vivir como seres libres de pensamiento; un maestro no puede llamarse maestro si no ha mostrado esa sapiencia a través del aprendizaje que obtiene el mismo con sus educandos, porque también es parte del gobierno y lo debe demostrar con cavilación, porque es un servidor público.  Se puede comprender el descontento a su nula atención que prestan las autoridades con su gremio, pero también estos mismos maestros deben entender el rechazo de la sociedad cuando privan de la libertad de transitar como ciudadanos mexicanos en el estado de Guerrero.

Porque el dialogo siempre será el avance de la sociedad con sus ideas infinitamente desiguales, ya lo cito Paulo Freire: “Enseñar exige, saber escuchar…” y ¿qué pasa con los miles de niñas y niños que no han sido atendidos por esos maestros?, ¿qué pasa con el ciclo escolar que vislumbra por terminar?

Acaso, la infancia no es la prioridad en México, acaso los pobres no son la prioridad en el país, entonces que se atiendan a esos niños y niñas que esperan a sus maestros y maestras para recibir sus instrucciones académicas de cada región donde estos docentes de la CETEG se dieron cita en la capital; porque la educación, es lo fundamental para una sociedad creciente y en desarrollo, eso, eso debe ser la prioridad del maestro.