Por Efraín Flores Maldonado

Alejandro Magno fundó en Egipto la ciudad de Alejandría en el año 331 a.C. y muere 8 años después en Babilonia. 

El general Ptolomeo se declara Rey de Alejandría y ahí sepulta los restos del conquistador.

En el poder, Ptolomeo decide realizar algo grandioso que le reditué una gloria similar a la de Alejandro Magno y decide hacer una gran biblioteca que reúna los textos de filósofos, matemáticos, astrónomos y médicos del mundo conocido.

El establecimiento material de la biblioteca es inmenso y a residir en el mismo, son invitados los científicos que llegan optimistas sabiendo que tendrán salarios dignos, alojamiento, comida, ayudantes y alumnos.

Ahí llega Euclides de solo 22 años, quien era ya uno de los más valiosos matemáticos de su tiempo.

Herófilo de Calcedonia, médico que hizo las primeras disecciones en cadáveres y describe la circulación de la sangre, haciendo la primera descripción anatómica del cerebro y los ovarios.

Aristarco de Samos, quien inventó fórmulas para calcular la distancia de la tierra al sol, a la luna e imaginó la rotación de la tierra sobre su eje y su rotación en torno al sol.

Eratóstenes de Cirene, quien se dedicó a la geometría y descubrió los números primos, calculó la inclinación del eje de rotación terrestre y elaboró un catálogo de estrellas y así otros sabios vivieron y enseñaron en la biblioteca, cuyo primer director fue Zenódoto de Éfeso.

Cada año, estudiosos de la región presentaban sus escritos, libros, descubrimientos y si eran aprobados, pasaban a formar parte de los textos oficiales.

El Rey Ptolomeo requisaba libros en ciudades conquistadas y de los barcos que transportaban mercancías.

La biblioteca llegó a tener 750 mil textos y rollos con el conocimiento universal.

En el año 173 a.C, otro Emperador también llamado Ptolomeo, era ignorante y bruto, apodado “bola de cebo” expulsó a todos los sabios de la biblioteca por considerarlos un peligro para su gobierno.

En el año 47 a.C. Julio César invade Egipto, coloca a Cleopatra en el trono y procrea a su hijo Cesarión quien es proclamado faraón en el año 30 y ejecutado cuando el romano Octavio Augusto invade el país de las pirámides y su madre Cleopatra se suicida. Alejandría pasa a ser provincia romana.

En el año 215 d.C. el Emperador romano Caracalla ordena cerrar la biblioteca.

El año 616 de nuestra era, los persas invaden Alejandría y en el 642 es ocupada por los musulmanes dirigidos por el Amr ibn al-As quien ordena quemar los libros de la biblioteca de Alejandría, porque los musulmanes decían que eran contrarios a las enseñanzas de Alá; durante 6 meses los libros ardieron.

Hoy, la vertiginosa modernidad dibuja nuevas y novedosas fronteras sociales, económicas, políticas… y educativas.

En esas fronteras, los libros seguirán siendo pilares de la cultura y el proceso educativo visionario.

La plural clase política gobernante, podrá no escribir libros, pero es indispensable que siga leyéndolos, si aspira a ejercer un poder edificante, tolerante y generador de estabilidad política y gobernanza.

Porque la cultura política, seguirá dibujando los contenidos del poder legítimamente obtenido.