Enrique Silva M
AL volante
Si en nuestro país nos quejamos de una crisis económica, de inseguridad, de falta de medicamentos, de acciones de gobierno que no siempre satisfacen, imagínense ustedes lo que enfrentarán los migrantes que como todos los años atraviesan nuestro país en busca del sueño americano.
Éste año han sido más visibles los migrantes porque han sido desviados por el instituto nacional de migración en su ruta a otras entidades como el caso de Guerrero, poniendo en aprietos a los gobiernos estatales para atenderlos con un trato digno y satisfacer sus necesidades prioritarias de alimentación, salud, cobijo y un lugar donde dormir y descansar de manera segura, sin que para ello el gobierno federal o migración destinen un recurso económico extra.
Se aplaude que los gobiernos procuren darles un trato digno ya que se está consciente de la desgracia por la que atraviesan y que les orilló a abandonar su país y familia en busca de mejores condiciones de vida o huyendo de la violencia, se reconoce esa solidaridad, pero nos lleva también a la reflexión de por qué no se atiende con el mismo interés y atención a las personas que viven en situación de calle o a otras que son obligadas por sus propias familias a pedir dinero en las calles aún a pesar de ponerlas en riesgo.
Se aplica evidentemente aquel dicho “candil de la calle, oscuridad de la casa” ya que a pesar de que esas personas están ahí, a la vista de todos, pareciera que son invisibles o parte del mobiliario urbano y no son tomados en cuenta para ningún programa de gobierno ni se preocupan por su salud, alimentación, abrigo o vivienda. El hecho de que se haga un esfuerzo para mantener a los migrantes el tiempo que sea necesario pone en evidencia que si se quiere se puede, ojalá que lo reflexionen y se ocupen de ellos… aunque no salgan en la foto o no sea noticia, pero le aseguro que esas personas necesitan tanto o más apoyo que quienes hoy nos visitan.