Carlos Álvarez Acevedo @CarlosAlvarezMX

Si mi aritmética no falla, el próximo 25 de enero se cumplirán 100 días de Evelyn Salgado Pineda como gobernadora de Guerrero, un lapso que se impone la propia ciudadanía, así como los actores políticos y sociales, como periodo de oportunidad, y para evaluar, a corto plazo, si un gobernante va bien o mal.

Se decía que no iba a poder gobernar, porque era una joven mujer con poca experiencia. Además, muchos auguraban que el que realmente ejercería el control estatal sería su padre. Lo cierto es que no ha pasado ni lo uno, ni lo otro. Claro, Félix Salgado es un político profesional, cuyo ímpetu lo lleva a querer ser protagonista público.

Muchos ven como un error que aparezca tanto en escena, y en ocasiones pudiera parecer que opaca a su hija. Sin embargo, todo depende siempre del cristal con el que se miren las cosas. Lo que para algunos es una realidad, para otros no. Y en este caso, a pesar de que algunos opositores políticos, un puñado de empresarios y un par de medios ven con malos ojos a Evelyn, la percepción popular sigue estando a favor de la gobernadora.

Y eso es lo que realmente importa. Lo demás sale sobrando. El llamado “Toro” no es un lastre, al contrario, es una columna de carga en toda una edificación política. No obstante, la joven mandataria debe mantener la calma, como hasta este momento lo ha hecho. No se podrá nunca ofuscar, porque a partir de ahora se incrementarán los embates en su contra y de sus funcionarios. Ya no será todo miel sobre hojuelas, una vida color de rosa, un domingo de paseo en la Alameda de Chilpancingo o en el Parque Papagayo de Acapulco.

Sus aliados de hoy, pueden convertirse en los adversarios del mañana. Es algo natural, casi predecible. Por ello ahora me gustaría citar a Sun-Tzu, ese general, estratega militar y filósofo de la antigua China, que en el Siglo IV antes de Cristo escribió un texto tan vigente en la actualidad, un manual para la política y la vida misma: ‘El arte de la guerra’.

“En la antigüedad los que eran llamados expertos en el arte de la guerra ganaban a un enemigo fácil de vencer. Por este motivo las victorias conseguidas por un maestro del arte militar no le proporcionan ni la reputación de ser sabio, ni el mérito de ser valiente. Porque consigue sus victorias sin divagaciones. ‘Sin divagaciones’ significa que, haga lo que haga, tiene asegurada la victoria; vence a un enemigo ya derrotado”, señaló Sun-Tzu en su momento.

Siglos después, con exactitud en el año 2021, Evelyn Salgado Pineda derrotó en Guerrero a un régimen caduco y cínico, lleno de corrupción, que se estaba pudriendo. Ella representaba a su padre -al que el INE le arrebató la candidatura por un absurdo tecnicismo-, y a los 643 mil 814 guerrerenses que votaron por ella. Más de 62 mil votos que su más cercano contrincante, que representaba al pasado, mientras que la joven mujer, hoy gobernadora, representa al futuro.

Hace poco me reuní con un alto funcionario estatal del cual omitiré su identidad. Él me argumentó, preocupado, que en Guerrero se estaba acabando la “luna de miel” entre Evelyn Salgado Pineda y un sector político y mediático. Sin embargo, nunca mencionó a la ciudadanía. Aunque no le respondí en su momento, mi reflexión es que la gobernadora no es la novia del pueblo. Se casó con Guerrero, que es distinto. Con un concepto metafísico, abstracto y difícil de comprender. Ella, citando al clásico, ya no se pertenece a sí misma.

“Indudablemente la época más feliz del matrimonio es la luna de miel; lo malo es que para repetirla, han de suceder cosas muy desagradables”, dijo, alguna vez, el escritor español Noel Clarasó. Y como todo en la vida, en Guerrero también van a pasar cosas malas, como sucederán, desde luego, situaciones positivas. No todo lo que pase en la entidad será culpa de Evelyn Salgado Pineda. Muchas situaciones fueron heredadas y muchas otras estarán fuera de su humano control. Todo es cuestión de ir teniendo un plan de acción para prevenir y contener. Allí está la clave gobernadora, esa es la tarea fundamental de su encargo.

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