Desde hace un mes, Héctor David Estrada Jiménez y su familia viven con parientes luego de que su casa, ubicada en la calle cerrada Cuauhtémoc, en el centro de Tula de Allende, resultara devastada por el desbordamiento del río Tula.

La noche del 6 de septiembre él y su hermano se acercaron a la zona en donde el río Tula y el río Rosas unen sus cauces, pues recordó que hace 10 años, según se dijo entonces, el choque de ambas corrientes “crecidas” derivó en un desbordamiento.

Para cuando recorrieron el punto ambos caudales ya tenían altos niveles. A pesar de ello, dice, ni Protección Civil (PC) ni personal de alguna otra dependencia los alertó sobre la crecida del río; ellos sin embargo comenzaron a poner en alto algunas pertenencias en su vivienda.

Posteriormente comenzó a desbordarse el río, inundando algunas calles. Refiere que una unidad de bomberos municipal circuló por la zona, aunque no les dio ninguna indicación, y no fue sino hasta las 2 de la mañana cuando personal de la Guardia Nacional comenzó la evacuación de diversas zonas.

Alcanzó a salir con su hermano, su mamá, y su papá, quien usa silla de ruedas. El agua arrasó con su vivienda, causando pérdida de enseres, electrodomésticos y afectaciones a su vehículo, el cual se averió y requiere compostura. Sus demás pertenencias se perdieron en su totalidad.

Desde entonces para él y su familia, como para los más de 2 mil damnificados directos, la situación les resulta difícil, pues señala que hay mala organización en la entrega de apoyos, y para ejemplificarlo dice que su familia sólo recibió un par de despensas de parte del gobierno.

Los demás apoyos los han otorgado en las calles habitantes de otras zonas del municipio o la región, empresarios u organizaciones, pues la ayuda gubernamental no está llegando a todas las zonas afectadas, dice.

Como damnificados ya pasaron por el censo realizado por el delegado de la colonia centro, otro del gobierno municipal, uno más del gobierno estatal para detectar daños en las viviendas o en infraestructura, y finalmente el censo del gobierno de México.

Pero hasta la fecha no hay un plazo para la llegada de los apoyos. Mientras tanto él y su familia siguen trabajando. Héctor es egresado de la carrera de Ciencias Políticas y Administración Pública por la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo (UAEH), pero por el momento labora en una azulejera.

El panorama sin embargo no es así para todos, pues muchos empleos formales e informales se perdieron. Él y su familia por lo pronto no pueden regresar a su vivienda, viven con parientes, pues su casa tiene condiciones insalubres, pero sobre todo, dice, porque las alertas por desbordamiento continúan y la movilidad para su padre es complicada, lo que los pone en riesgo aún mayor. Así, en medio de la desolación sacan fuerzas de flaqueza y esperan salir delante de este mal momento.