Por Efraín Flores Maldonado

“Son hombres dignos de elogio, los que han sido cabezas y fundadores de religiones… los que han fundado repúblicas o reinos, los jefes de los ejércitos que han ampliado los dominios de su patria… y los hombres de letras”. Maquiavelo.

Con aprecio a la Gobernadora Evelyn Cecia Salgado Pineda,esperando llegue a sus ojos..y lo lea.

El intelecto, su imaginación y acciones que propicia, pincela el texto y contexto del poder público.

En ocasiones, los intelectuales apoyan al poder y en otras, lo critican y presionan.

En tiempos de crisis, fortalecen a poderes deslegitimados y en ocasiones, lo derrocan.

La historia registra ejemplos donde intelectuales han alcanzado cumbres de la representación política.

Rómulo Gallegos Freire, autor de la famosa novela “Doña Bárbara” publicada en 1929; se postuló y conquistó la presidencia de la República de Venezuela en 1948.

Salvador Allende Gossens, electo presidente de la República de Chile en 1970, sufrió un fatal derrumbe en el que perdió la vida.

Sergio Ramírez Mercado, autor del libro “Un futuro diferente”, fue designado vicepresidente de la República de Nicaragua en 1985 al ser derrocado el dictador Anastasio Somoza y en Checoslovaquia, Václav Havel, autor del texto “La responsabilidad como destino” es electo presidente en 1989.

Ellos han representado momentos focales en la vida política de sus países.

Fueron singular excepción en las que el tiempo histórico de su geografía política, les permitió ejercer un poder legítimo y popular.

En 1998 el británico Paul Johnson publicó un interesante texto al que tituló simplemente “Intelectuales”.

En dicho libro, analiza fotografía y radiografía del pensamiento, vida y obra de 10 pensadores a los que desnuda para mostrarlos públicamente con virtudes y defectos.

Crítico mordaz, dice que “los intelectuales no son intérpretes de los dioses, pero afirman poder diagnosticar y curar los males de la sociedad, sin más ayuda que su intelecto”.

Sin otorgar razón total en este juicio, Johnson les reconoce virtudes, en reflexiones que provocaron en su tiempo “el deleite con que sometían al poder y a la religión,poniendo a sus protagonistas al escrutinio público”.

Su acción geográfica y temática, los dibuja “como intelectuales laicos…

Desempeñando cada vez un papel mayor en la formación de instituciones públicas, actitudes y aptitudes de cuestionamiento al poder”.

Dice Johnson que un mérito indiscutible del intelecto es sin duda “el derrumbe de altares míticos y su lucha por la vigencia de la razón”.

Los intelectuales cuestionan el orden existente.

Sus efectos y defectos.

A Jean Jacques Rousseau le reconoce que “todas nuestras ideas modernas sobre la educación están afectadas en alguna medida por su doctrina” especialmente en su obra “Emilio”publicada en 1762.

Johnson afirma que “el intelecto es profecía y conocimiento” y que en cierta forma, los intelectuales convocan siempre a la reacción y crítica acción social.

De Karl Marx señala que, invariablemente estaba atado a su escritorio pensando y afirmando que “no es posible una agitación exitosa sin doctrina”.

Y que de ninguna manera aceptaba que se le criticara.

Que aun cuando sus profecías intelectuales y académicas no se materializaron totalmente, influenciaron la mente y acción de la clase obrera.

Y en alguna medida, influyeron e influyen en las conductas y el pensamiento de algunos gobernantes y opositores al poder.

Personalmente creo que el intelecto aun cuando no tenga vocación expresa para la conquista del poder, si la tiene para su cuestionamiento.

En ocasiones para sostenerlo, transformarlo… o derrocarlo.

Idea y poder se alimentan… y retroalimentan… se atraen y rechazan.

En síntesis, intelecto y poder son genéticamente complementarios se alimentan y retroalimentan y los dos se eficientan y sirven mejor a los intereses del pueblo.