Paul Krugman
Elon Musk no cree que los visionarios como él deban pagar impuestos como lo hace la gente cualquiera. Después de todo, ¿por qué entregar su dinero a burócratas aburridos? Solo lo despilfarrarán en planes insignificantes como… rescatar a Tesla en un momento crucial de su desarrollo. Musk tiene la vista puesta en cosas más importantes, como llevar a la humanidad a Marte para “preservar la luz de la conciencia”.
Verán, los multimillonarios tienden a estar rodeados de gente que les dice lo maravillosos que son y nunca, jamás, sugerirían que están haciendo el ridículo.
Pero no se atrevan a burlarse de Musk. El dinero de los multimillonarios les da mucha influencia política, la suficiente para bloquear los planes demócratas de pagar un gasto social muy necesario con un impuesto que solo habría afectado a unos cuantos cientos de personas en una nación de más de 300 millones. ¿Quién sabe lo que podrían hacer si creen que la gente se ríe de ellos?
Sin embargo, la decidida y hasta ahora exitosa oposición de los estadounidenses increíblemente ricos a cualquier esfuerzo por gravarlos como personas normales plantea un par de preguntas. En primer lugar, ¿hay algo de cierto en su insistencia en que cobrarles impuestos privaría a la sociedad de sus contribuciones únicas? En segundo lugar, ¿por qué las personas que tienen más dinero del que cualquiera puede realmente disfrutar están tan decididas a quedarse con cada centavo?
En cuanto a la primera pregunta, la derecha siempre ha afirmado que gravar a los multimillonarios los disuadirá de hacer todas las cosas maravillosas que hacen. Por ejemplo, Mitt Romney ha sugerido que gravar las ganancias de capital hará que los ultrarricos dejen de crear puestos de trabajo y en su lugar compren ranchos y cuadros.