Por Santiago Villa

“Xi Jinping acaba de ser confirmado como Secretario General del Partido Comunista durante cinco años más.

Si bien no había en el papel ninguna limitación a la cantidad de veces que un Secretario General podía ser reelegido, el pacto implícito de los gobernantes durante los últimos 40 años había sido no hacerlo durante más de una década”.

“Xi Jinping acaba de ser confirmado como Secretario General del Partido Comunista durante cinco años más. Si bien no había en el papel ninguna limitación a la cantidad de veces que un Secretario General podía ser reelegido, el pacto implícito de los gobernantes durante los últimos 40 años había sido no hacerlo durante más de una década”.

El sistema político de China solía ser uno de los más interesantes del mundo. A pesar de operar desde una base represiva y de partido único, dentro del Partido Comunista de China (PCC) había discusión, debate y alternancia de poder.

Si bien la gobernanza democrática no estaba abierta a la ciudadanía, tras las bambalinas uniformes del PCC había negociaciones y construcción de consensos mediante la discusión (aunque también en un alto grado, mediante la intriga y la corrupción).

Con sus muchos vacíos y horrores, el sistema político de China después de Mao Zedong, es decir a partir de 1976, logró con éxito sacar de la pobreza a 800 millones de personas. Sin exagerar, es el proyecto político más exitoso en lucha contra la pobreza de la historia humana.

El éxito en parte se debió a la introducción de la economía de mercado al sistema comunista. La coexistencia de economía planificada y economía de mercado funcionó; pero esto no lo habría hecho si el sistema político no fuera sólido.

La gobernanza en China después de Mao Zedong tuvo aspectos igual de novedosos a lo económico. A diferencia de lo que sucede con las democracias, que a menudo son meros concursos de popularidad, la meritocracia tenía en China una enorme influencia en el ascenso a las posiciones más altas de poder. Los líderes debían tener una exitosa trayectoria de gobierno en varias provincias y ciudades, y preferiblemente al menos una de ellas debía ser una provincia o ciudad pobre.

Xi Jinping acaba de ser confirmado como Secretario General del Partido Comunista durante cinco años más. Si bien no había en el papel ninguna limitación a la cantidad de veces que un Secretario General podía ser reelegido, el pacto implícito de los gobernantes durante los últimos 40 años había sido no hacerlo durante más de una década.

Ahora tenemos un líder de 69 años que podría gobernar una década más. El Partido Comunista de China es ahora el Partido de Xi.

El efecto que esto genera es que el valor de la meritocracia y el ascenso paulatino, experimentado, sea reemplazado por el valor de la lealtad al líder, como en todo gobierno autocrático. Ya vemos funcionarios muy cercanos a Xi, pero con poca experiencia, ascender como cohetes al Politburó y otros órganos de toma de decisiones.

La certidumbre del poder de Xi pone al mundo entonces ante la incertidumbre de cómo va a comportarse China.

La alternancia de poderes se daba en el marco de un ascenso pacífico. Había una política de no-intervencionismo en asuntos extranjeros, y de lidiar con los temas más espinosos de política internacional, como Hong Kong y Taiwán, privilegiando a los diplomáticos sobre los policías y militares.

Xi tiene una visión más machista: aprovechó la pandemia para echar por la borda los acuerdos con Hong Kong y eliminar las libertades civiles que debían estar en pie al menos 20 años más, y quién sabe qué tan cerca hemos estado -o aún estamos- de que la guerra de Ucrania se replique en Taiwán.

A pesar de todas sus fallas, China combinaba de forma creativa, e incluso admirable, las herencias políticas de la Guerra Fría con la cooperación transnacional de la globalización. Su influencia se extendía de forma segura y sólida apoyada en la cooperación y paz internacionales.

Ahora no sabemos si la paz sigue siendo un elemento que China considera valioso para su ascenso, o un obstáculo para ser el superpoder dominante en el tablero mundial.