Jorge Martínez
Hablar sobre salud mental no es fácil. Se sabe poco sobre el tema y, pese a reconocer su importancia para nuestra calidad de vida, sigue siendo un tabú que genera estigmatización y desigualdades. Además, existen entendimientos erróneos sobre qué es la salud mental y barreras para acceder a apoyo y tratamientos adecuados. Por esto es clave empezar a dialogar sobre la salud mental, sobre todo en el actual contexto, cuando la pandemia del Covid-19 ha mostrado no solo su relevancia, sino también su fragilidad.
Por eso, desde Re-imaginemos, un proyecto que reflexiona sobre 30 formas de desigualdad en Colombia, estamos discutiendo sobre desigualdades y salud mental. El proyecto se basa en un diálogo entre más de 150 jóvenes, activistas, artistas, entre otros diversos perfiles. Esta columna es el resultado del diálogo de saberes[1] #14 de Re-imaginemos, en el cual participamos: Sara Rueda, diseñadora, docente, investigadora en temas sociales, ambientales y creatividad, de Santander; Carol Pinzón, socióloga y magíster en Estudios Culturales, Género y Desarrollo; Carlos Candil, fotógrafo y líder Indígena Muisca; Juan Francisco Gómez, politólogo, magíster en Ciencia Política y estudiante de Gestión Deportiva y Dirección Técnica de Fútbol; y La Vanesso, artista visual y muralista caleña. Aquí compartimos las principales conclusiones y reflexiones que surgieron de este diálogo.
Salud mental: entendimientos, barreras y desigualdades
Llevamos relativamente poco hablando sobre salud mental. Un repaso de la historia nos ilustra la discriminación y las desigualdades que se han dado alrededor de este tema. Desde finales del siglo XIX, cuando se introdujo el discurso psiquiátrico , se asoció la salud mental a la idea de la “decadencia o degeneración racial” resultante del mestizaje[2]. Este discurso se desarrolló de la mano de la criminalística, interpretando lo que en el lenguaje común llamamos “locura” como un “riesgo para la sociedad” y apuntando, además, el “potencial criminal” de las personas con enfermedades de salud mental. Además, el discurso de “la locura” asociado con la raza fue utilizado como una estrategia de control y estratificación social.