“Hace un par de cientos de años habría sido un pirata. Cuando estés en una compañía malvada, intenta mezclarte para sobrevivir”. Garth Ennis.

Cuidado con los piratas, no me refiero a los de los cuentos y las historias con sus patas de palo y sus garras de garfio, no los de las espadas y las botas sucias con sus cinturones gruesos y caras de pocos amigos. Tampoco a los de las fragatas y los bergantines con cañones y sus dibujos a manera de planos de las caletas donde resguardaban joyas, oros, platas, perlas y doblones, y que cuentan que a su vez contaban historias que no eran precisamente muy verdaderas con su loro al hombro.

De cualquier manera, que se les tendría que cuestionar y sin duda inculpar de demasiadas tropelías, delitos y demás, pero que gracias al tiempo y a su partida ya añeja, hoy pudieran resultar hasta románticos truhanes.

Hoy con la evolución tenemos a los piratas modernos, los contemporáneos y hasta globales que emulan con disfraces de actualidad y “cuello blanco“, a los temibles y famosos Drake, Morgan y Barba negra.

Son sin duda mucho más peligrosos que aquellos porque, estos roban cosas mucho más valiosas, como el brillo suave que nos brinda la sonrisa de un niño, los gestos de amistad, y los diamantes que son las esperanzas, las ilusiones y los sueños de aquellos a quienes sin piedad les roban hasta el amor por si mismos y por su entorno, quizá uno de nuestros más grandes tesoros.

Estos piratas modernos, no se roban nuestros baúles con lo atesorado, se roban la maravilla de nuestra percepción de lo que es la vida y hasta el concepto sobre la propia humanidad, creando si, pobreza económica, pero creando también la peor de las pobrezas que es la espiritual.

Los piratas eran aquellos hombres que simplemente robaban por cuenta propia con el simple fin del lucro, hombres avezados en el abordaje de otras naves para robarles sus tesoros y mercancías, los que resguardaban en islas donde tenían sus propios códigos y reglas de gobierno, y en donde intercambiaban y hasta compartían el botín. Esas islas me parece que hoy son los partidos políticos, y los capitanes de aquellos barcos, hoy son muchos de los dirigentes de esos partidos, y que igual que aquellos, intercambian y se reparten el botín y el poder.

El punto de esta analogía, es que al final, seguramente como en aquellos tiempos, estas no son historias que por el paso del tiempo pudieran resultar románticas y hasta de resultar en películas divertidas. Hoy son la dolorosa y cruda realidad de nuestro país.

Hoy sus vestimentas no son aquellos denominados jubones, con amplias camisas, botas, y atiborrados de espadas, navajas, mosquetes y pistolas al cinto, hoy se visten elegantemente con finos trajes de marca, y sus mejores armas son las palabras, atiborrados de promesas incumplibles y de triunfos nimios, la intimidación, la manipulación y el engaño. Estos armamentos les han sido suficientes hasta ahora para someter a grandes poblaciones.

Encontramos los principales lemas o slogan´s de nuestros 8 últimos presidentes: “Arriba y adelante”, “La solución somos todos”, “Renovación moral”, “Bienestar para tu familia”, “Presidente del empleo”, “México ya, el cambio que a ti te conviene”, “Te lo firmo y te lo cumplo”, “Por el bien de México, primero los pobres”.

Indudablemente que todos son muy buenos, sin embargo, tan indudables como que todos han quedado a deber, sin embargo, el poder lo han tenido en sus manos, en un país eminentemente presidencialista, y en el que esta nefasta característica de México, en la actual administración, a todas luces se ha exacerbado, para convertirse en el país gobernado por una sola persona, por cierto, algo que en la “cofradía” de aquellos piratas nunca sucedió.

No es solamente el hurto de la esperanza, el robo de lo convencional y de lo material dentro del reino de la insensatez, tampoco el robo de los privilegios, y no me refiero a lo que tanto acusan como motivo del reclamo de los que se oponen al actual régimen, me refiero, a los privilegios más sencillos que hemos perdido todas las clases sociales de México, la lista pudiera ser muy larga, y solo mencionaré una muy elemental: Caminar sin miedo por la calle.

Se roban el futuro pretextando intereses mezquinos, que solo se pueden esconder detrás de intenciones oscuras, y para lo que no requieren de indicaciones con planos y mapas extraños, porque lo que se roban se volatiliza en el tiempo inexorable y en su paso que no se detiene y que nada recupera.

Quisiera entonces ya la barca, para resguardarlo todo, la gratitud, la confianza, la lealtad, el amor verdadero, la solidaridad, la fraternidad y la paz. Las sonrisas plenas, la alegría y la felicidad. Una pelota, un caballo de palo y un balero. El libro de los poemas, la música y las imágenes del mar, del cielo, del verde,  del dorado y el azul del planeta.

Quisiera entonces también, que el día no esté muy distante ni lejano, día en el que todos acerquen la mano para tomar y compartir, a todos los que saben que hay que empezar desde ahora y desde aquí para rescatar, conservar y perpetuar…

Nuestros tesoros.

Cuidado con los piratas… los de hoy.

Les Abrazo.