Enfoque Informativo

Los mexicas tenían una especie de “navidad” que celebraban de diversas maneras

Una de las fiestas más importantes del año a nivel mundial, sin duda alguna, es la Navidad. Esta palabra, Navidad, viene del latín Nativitas, que significa Nacimiento, y es una fiesta que lleva varios siglos celebrándose.

Esta celebración llegó a México con los españoles, quienes conquistaron el país en 1521, dos años después de haber llegado a territorio. Sin embargo, antes de la llegada de los invasores europeos, las culturas mesoamericanas tenían algunas formas de celebrar una especie de “Navidad”, pues la celebraban en fechas similares y también conmemoraban el nacimiento de un dios.

Eran los mexicas, quienes habitaban la ciudad de Tenochtitlan y quienes tenían el imperio más grande de Mesoamérica, quienes celebraban el Panquetzaliztli, que era la fiesta del nacimiento del dios patrono solar del pueblo mexica, Huitzilopochtli. Este festejo se desarrollaba durante el solsticio de invierno, que al mismo tiempo coincidía con la celebración cristiana del nacimiento de Jesucristo.

Durante los festejos a la deidad, los grandes señores, los guerreros y los pochtecas, que eran comerciantes mesoamericanos, debían aportar cautivos, quienes escenificaban la lucha de Huitzilopochtli contra los 400 huitznáhua y la Coyolxauhqui.

Tras esta batalla simulada, se procedía a realizar el sacrificio de los guerreros en la cima de la pirámide dedicada al dios patrono de Tenochtitlan en el Templo Mayor, donde les abrían el pecho para extirpar su corazón y ofrecerlo como ofrenda al sol. Los cuerpos sin vida eran arrojados por las escaleras de la pirámide, como lo hizo Huitzilopochtli con su hermana y los 400 sureños.

Otro de los rituales que eran llevados a cabo consistía en escoger un Painal (el presuroso o el que anda deprisa), quien representaba al dios durante su juventud, y su objetivo era recorrer casi en su totalidad da cuenca de México, para llevar consigo buenaventura y las bondades de la deidad a todos los pueblos.

A su vez, se realizaba una imagen del también llamado “dios colibrí” de tamaño real con tzoalli, una pasta de huauhtli, que estaba hecha con semilla de amaranto y miel de maguey. Luego de colocar la figura en el templo, un sacerdote caracterizado como el dios Quetzalcóatl disparaba una flecha al corazón de la figura, con el objetivo de matarlo ritualmente, y luego, el pueblo mexica tomaba un pedazo de la figura para comérsela.

Este acto tenía una connotación parecida a lo que se realiza actualmente en el catolicismo, donde se come el cuerpo y la sangre de Cristo. Y aunque en ese tiempo era otro tipo de ritual, se hacía lo mismo que en el catolicismo al comerse las figuras de tzoalli.

Sin embargo, con la llegada de los españoles, se prohibieron estos actos, al considerarlos “diabólicos”, e incluso el consumo del amaranto durante la época colonial, que fue de 1521 a 1821, fue considerado ilícito, debido a que la semilla era asociada con los rituales de los pueblos indígenas. Sin embargo, los misioneros al observar que los pueblos mesoamericanos no dejarían el culto a sus dioses, decidieron buscar la fecha del santo más cercano que coincidía con la de los indígenas y dedicarles los pueblos. A su vez, los indígenas trasladaron las virtudes de sus deidades a los santos, vírgenes y cristos que fueron traídos por los españoles.

Esta práctica es nombrada por algunos investigadores como “sincretismo”, mientras que otros prefieren llamarlo “refuncionalización simbólica”.

En el caso del Panquetzaliztli, los frailes e indígenas convirtieron a la Coatlicue, la madre tierra y de los dioses, en la virgen María, mientras que Huitzilopochtli, al ser una deidad solar y compartir puntos en común con los pasajes bíblicos de Jesús de Nazaret, terminó por convertirse en él.

Otros ejemplos muy similares se dieron en Europa con la Navidad, que fue trasladada por los cristianos para coincidir con las celebraciones paganas solares de Saturnalias y del Natalis Solis Invicti de los romanos, o los festejos de Yule de los pueblos escandinavos y germánicos.

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