Parte de esa radiación puede afectar la capacidad de la ionosfera para reflejar ondas de radio de largo alcance, lo cual conduce a eventos terrestres denominados “apagones de radio”.
Esos incidentes afectan numerosas industrias. En particular, las que operan en los sectores marítimo y de aviación, y que dependen de las comunicaciones de radio de alta frecuencia.
Los apagones de radio se cuentan entre los eventos climáticos espaciales que afectan nuestro planeta con más frecuencia. Asimismo, son los que impactan la Tierra con más rapidez, debido a que los rayos X viajan a velocidades próximas a las de la luz y alcanzan nuestro mundo escasos ocho minutos después de ocurrida la llamarada solar.
Lo más común es que los apagones de radio duren apenas algunos minutos, aunque a veces pueden persistir durante horas.
Qué es una “tormenta de radiación solar”
Las llamaradas solares también despiden enormes cantidades de partículas de alta energía, las cuales son capaces de precipitar tormentas de radiación solar. Estas duran desde unas cuantas horas hasta varios días.
Si bien el campo magnético terrestre nos protege de la radiación, esa protección no es total, de modo que hay regiones por donde las partículas traspasan las defensas de la Tierra.
Esto sucede cuando las partículas solares siguen las líneas del campo magnético terrestre hasta alcanzar los polos, por donde penetran nuestra atmósfera.
Dichas partículas pueden estropear los circuitos electrónicos de una nave espacial. Y no solo eso. También dañan el ADN de los astronautas o de cualquier otro ser vivo que se encuentre en el espacio.
Algunas tormentas de radiación solar son tan poderosas que los pasajeros y la tripulación de los aviones que vuelan a gran altitud, sobre todo en latitudes altas, pueden verse expuestos a grandes niveles de radiación. Por otra parte, esas tormentas también ocasionan graves interferencias en las comunicaciones de radio de alta frecuencia originadas en las regiones polares.
¿Podemos predecir el clima espacial?
El Dr. Piyush Mehta, profesor asistente de ingeniería mecánica y aeroespacial en la Universidad de Virginia Occidental, Estados Unidos, dijo que disponemos de algunas medidas para evitar que el clima espacial afecte a las personas, la tecnología y la infraestructura terrestre.
Con todo, previene que nuestra capacidad para predecir eventos potencialmente graves aún es bastante limitada.
“Por ejemplo, algunas aerolíneas comerciales han manifestado temor por la exposición radiactiva durante un vuelo. En esos casos, parte de la protección consistiría en prever los puntos de alta radiación por los que cruzará la aeronave y tratar de evitarlos. No obstante, eso depende de que mejoremos nuestra capacidad predictiva, y todavía no hemos llegado a ese punto”, reconoció Mehta.
Los científicos que monitorean el clima espacial se valen de un conjunto de vehículos que orbitan nuestro planeta y sus inmediaciones, así como de los observatorios que operan en tierra.
Pese a que nuestra comprensión del clima espacial ha mejorado de manera muy importante a lo largo de décadas de estudio, queda por delante un largo camino para que las capacidades de modelado y predicción del clima espacial puedan compararse con las del clima terrestre.
“Siempre que se habla del clima espacial, la gente crea asociaciones inmediatas con lo que hacemos para predecir el clima terrestre”, prosiguió Mehta.
“Hemos avanzado mucho en cuanto a nuestra capacidad para modelar el clima en la Tierra. Pero seguimos en pañales en lo referente al clima espacial. Esto se hace evidente en nuestra incapacidad para predecir todos los procesos, sobre todo durante eventos activos”.