El olor a naranja que se desprende del pan recién horneado sale de la puerta que lleva al interior de la panadería La Flor de Pachuca, a las mesas de trabajo espolvoreadas con harina y al horno que, desde 1951, le ha dado sabor a la variedad de panes que se venden en este reconocido negocio, en donde cada año cautivan a sus clientes y en esta temporada el pan de muerto es el manjar azucarado que llama a las y los pachuqueños a visitarla.

De esa puerta, sale el carrito con bandejas apiladas que se regocijan con cada pan de muerto colocado por tamaños: pequeños, medianos y grandes, porciones que maneja la Flor de Pachuca durante todo el año, “porque así la gente lo pide, tenemos pan de muerto todos los meses y depende de lo que nos piden”, expresa Gustavo Reinaldo Vargas, quien entra y sale por esa puerta para cuidar a detalle que el pan salga y se coloque en las barras de aluminio que muestran el pan en su esplendor para ser elegidos para su compra.

Desde 1890, en el estado de Hidalgo se elaboran el pan, incluido el pan de muerto y en Pachuca desde 1931, pero en la Flor de Pachuca “se realiza desde 1951, basándonos en la receta original, aunque vamos haciendo pequeños cambios para que el sabor sea único e inigualable”, expresa.

Su delantal con pizcas de harina delata que ha elaborado éste y otra variedad de panes que han hecho que este sitio sea uno de los preferidos en Pachuca para comprar este alimento que acompaña a los habitantes de la Bella Airosa, y orgulloso señala que el sabor de sus panes son únicos por la mezcla de mantequilla y sabor naranja, y por el que las personas acuden a comprar todo el año, pero más en fechas previas al Día de Muertos.

Expresa que, debido a la pandemia, el año pasado sus ventas disminuyeron por lo que esperan que este año, incremente un 50 por ciento y alcanzar lo que se vendía antes de pandemia, pero está seguro que así será, ya que pocos son los lugares en donde elaboran el pan de muerto con la receta de La Flor de Pachuca, única y especial.

“Es una de las tradiciones mas arraigadas que podemos tener, porque es ejemplo de la unión de culturas, cuando se mezclaron los sabores y las tradiciones. El pan de muerto es algo que nos representa, que nos une y nos recuerda a nuestros familiares que han partido”, expresa.

Es así como se acercan los días en los que la producción de pan los hará prender el horno a más temprana hora, cuando haya más panaderos para surtir los pedidos y el cariño de siempre por espolvorear el azúcar sobre cada pan de muerto que se exhiba en las rejillas, y sean elegidos para comer en familia, adornar las ofrendas o simplemente, degustar en privado, en respeto y recordatorio de aquellos seres queridos que se han ido.