Oscar Athié.

“La gran crisis no es ecológica, es política. El hombre no gobierna hoy, sino que las fuerzas que ha desatado lo gobiernan al hombre”. José Mujica.

Recién se cumplió el doloroso séptimo aniversario de aquel viernes 26 de septiembre de 2014. Al margen de la Comisión de la verdad creada por iniciativa del Presidente Andrés Manuel López Obrador, así como de la reciente afirmación del Fiscal, Alejandro Gertz Manero acerca de que se acabó la verdad histórica, hoy les comparto el texto que escribí algunos días después de aquellos ominosos sucesos. Me resulta curioso que luego de casi 7 años, aún me resulten tan frescos como tan presentes los argumentos que escribí.

No es un amante quien no ama para siempre dijo Eurípides, no es creyente en la esperanza ni en la justicia quien las olvida, digo yo.

VIERNES NEGRO.

Doloroso, choque con la realidad, esperanza rota. #hastaencontrarlos. Los queremos vivos…

¿Crisis política? No le entiendo bien al tema, solo entiendo que hay políticos que viven en gran pobreza de espíritu, valores, compromiso y verdad.

Lo que encuentro es una crisis moral muy grave.

Entiendo que no cabe decir que “somos más los buenos que los malos”, tampoco que “es un hecho aislado en Iguala” y porque Guerrero es bronco de por si.

Es una crisis moral del País, ¿por qué en Guerrero? Quizá sea lo de menos, quizá sea lo de más. En algún punto de nuestra geografía Nacional iba necesariamente a hacer erupción esta crisis moral Nacional.

Entiendo que tampoco son los de Tlatlaya, Aguas Blancas, Cholula, San Fernando, los migrantes y un muy largo etcétera de vergonzantes dolores de los que hoy y solo hoy, Ayotzinapa es solamente el más reciente suceso cuyo efecto mediático pudiera ser denominado como “la gota que derramó el vaso”, pero que en realidad nada derramó, en todo caso el vaso simplemente se terminó por romper de lo muy resquebrajado que ya estaba.

Crisis moral Nacional, porque si bien Iguala no es México, ni Guerrero tampoco, todos los involucrados, todos, son tan mexicanos como yo, como tú y como aquel, …mexicanos, víctimas, victimarios, coludidos, facilitadores, omisos, cómplices, el contador, débiles, observadores, enfermos, testigos, miserables, juzgadores, mentirosos, dolientes, fuertes, políticos, beneficiados, poderosos, doctores, olvidados, el arquitecto, pusilánimes, interesados, rezagados, arbitrarios, sanos, licenciados, callados, cobardes, los que tienen fe, valientes, muertos, críticos, equivocados, justos, ingenieros, pobres y pobrísimos y desposeídos, analistas, líderes de opinión, informadores, desinformadores, chismosos, objetivos, veraces, el viene viene, desgraciados y afortunados, ricos, autoridades, los que se niegan a ver, el ignorado, los que no creen en nada ni en nadie, buenos, malos, egoístas, generosos, exagerados, el exitoso… mexicanos.

Crisis moral, que entre muchas carencias de valores además contiene un nulo respeto por el valor de la vida en todo el País donde todos somos México, donde todos con acción u omisión de alguna manera hemos puesto nuestro grano de arena para esta crisis.

No son los de los titulares a 8 columnas en los periódicos de estos días, ni los que se mencionan en los pasillos a voz baja, ni estos ni aquellos, tampoco Jorge Aníbal Cruz Mendoza ni los otros 42 “desaparecidos” y que hoy nos dicen que lo más probable es que ya se nos adelantaron en el camino, así de a poco. Tampoco son los del 68, ni los 74 de Tamaulipas ni los 15 de allá ni los 25 de acuyá para sumar no quiero calcular cuantos miles, no son los policías, ni los jueces, ni los federales, ni los que nunca aparecieron, tampoco los que hoy ya nos son noticia, ni los olvidados, ni los innombrables.

Son todos ellos más todos los demás, incluyéndote e incluyéndome entre los algo más de 120 millones de mexicanos, menos los que murieron y desaparecieron hoy. Somos todos como piezas de un engranaje y que como personas somos todos la población de México. Esta crisis moral la padecemos y nos afecta a todos, y compromete seriamente el futuro de nuestra juventud, de nuestros niños, de nuestro Acapulco, de nuestra Iguala, de nuestro Guerrero y de nuestro México.

Hay luz al final del camino que en realidad debería ser el principio, que a mi me gustaría fuera esa luz el principio del final de esta crisis de moralidad donde la sociedad ejerza un verdadero poder sobre y encima de sus servidores y funcionarios públicos. Donde el civismo, esa matrícula casi olvidada en la educación, sea materia principalísima junto con la de la cultura general y artes, e inventaría e incluiría una nueva que denominaría “Sensibilidad Social”, donde se destacaría y se enseñaría sin tabúes ni tapujos la otra cara de la moneda, la de la inmensa pobreza que rodea al mundo “”cómodo”” y tan lleno de convencionalismos en el que vivimos esta minoría de clase media, distinguidos por nuestros respectivos smartphones, entre nuestros pobres a veces “quita sueños” y aspirados y a veces ridículos pequeños y grandes lujos. Sensibilidad Social, que igualmente comprendería trabajo obligatorio curricular social para con los desposeídos y para con las propias ciudades, empezando con las obligaciones de nuestras casas.

Hay luz, debe de haber luz, quiero que haya luz a partir de hoy. Es necesario la suma de voluntades de todos los mexicanos, fortaleciendo, puliendo y enpoderando nuestras Instituciones que tanto esfuerzo y sacrificio han costado como lo cuenta nuestra grande y notable historia, de otra forma, estemos listos, atentos y sin sorpresas para esperar el próximo viernes negro.

Pasado los años que ya se han sucedido, desafortunadamente hemos vivido no solamente viernes negros, sino muchos más días negros. El tiempo nos enseña la costumbre, comportamiento al que no quiero adherirme en este particular caso ya que significaría terminar por aceptar vivir con normalidad esta crisis que tanto daño nos está haciendo y que no podemos heredar a las próximas generaciones. Guerrero y todo México no lo merecen.

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