La policía de Noruega reveló hoy que las cinco víctimas del ataque en Kongsberg, ocurrido la semana pasada, fueron asesinadas con un “objeto afilado” después de que el agresor perdiera o abandonara el arco y flechas con los que inicio el ataque, el cual ha generado la consternación y el lamento en la comunidad internacional.

El ataque ocurrió la tarde del 13 de octubre, luego de que se reportara de que un hombre con arco y flecha comenzó a atacar a las personas en el centro de la ciudad noruega, motivando un despliegue policial que logró con la captura del principal sospechoso.

“En algún momento abandonó o perdió su arco y flechas”, señaló el inspector Per Thomas Omholt en una rueda de prensa, añadiendo que mató “a cinco personas con un objeto afilado tanto en sitios privados como en espacios públicos”, añadió.

La policía, que hasta hora había indicado que el sospechoso Espen Andersen Brathen iba armado con un arco y flechas, y otras dos armas, no quiso precisar de qué tipo de arma blanca se trataba.

“Todo indica que estas víctimas fueron asesinadas al azar”, reiteró Per Thomas Omholt.

Según la policía, más de una decena de personas fueron blanco de los lanzamientos con arco en el inicio del ataque, pero ninguna murió por este mecanismo.

Sospechoso de radicalización islamista, Espen Andersen Brathen, un danés de 37 años, reconoció haber matado a cinco personas y herido a otras tres en este ataque, que se produjo el miércoles la pequeña ciudad de 25 mil habitantes en el sureste de Noruega.

“Respecto al móvil, la enfermedad sigue siendo la principal hipótesis. Y respecto a la conversión al islam, esta hipótesis pierde peso”, agregó Per Thomas Omholt.

– Señales de alerta –

El sospechoso, que probablemente actuó solo, está en detención provisional en un centro médico. Se está llevando a cabo una evaluación psiquiátrica para determinar si puede ser considerado o no penalmente responsable de los hechos.

El sábado, la policía identificó a las cinco víctimas, cuatro mujeres y un hombre: Andréa Meyer, de 52 años, Hanne Merethe Englund, 56, Liv Berit Borge, 75, Gunnar Erling Sauve, 75, y Gun Marith Madsen, 78.

Criticada por haberse demorado más de media hora en detener a Brathen tras haber recibido las primeras alertas, la policía privilegió al principio la pista del acto terrorista, pero luego se decantó por la de la salud mental del sospechoso.

Brathen, que vivía desde años en Kongsberg, a unos 80 kilómetros al oeste de Oslo, tenía antecedentes médicos, según las autoridades, aunque por el momento no trascendieron de qué tipo.

El sospechoso estaba en la lista de personas “fichadas” por los servicios de seguridad noruegos (PST), que tratan, entre otros, casos de terrorismo.

Poco después del ataque, la policía informó que “hubo temores relacionados con una radicalización” del individuo en 2020 y antes, lo que llevó a las autoridades a vigilarlo.

Según la radiotelevisión pública NRK, una primera señal de alerta llegó en 2015 y, según la prensa noruega, el PST advirtió en 2018 sobre el hecho de que el sospechoso pudiera cometer “un ataque a pequeña escala”.

Estas informaciones han puesto en entredicho las medidas que las autoridades aplicaron para evitar que Brathen pasara al acto.

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