Ha iniciado el año 2023 y no se sabe aún si Nexflix va a comprar los derechos del truculento culebrón que se escribe al interior del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional.
Esta historia, cuyo primer capítulo bien podría iniciar con la gobernadora Layda Sansores exhibiendo las humildes propiedades del dirigente nacional del tricolor, y la alegre disposición de Alito de apoyar las iniciativas legales venidas de Palacio Nacional, porque de las sopas que le ofrecieron, una desembocaba en la sombra de un cefereso, y la otra, aliarse con Morena.
Como no se necesita ser tan inteligente para decidir cuál camino seguir, Alito hizo lo segundo.
Eso originó un tremendo malestar de algunos grupos y personajes priistas que pidieron su remoción.
Pero Alito no se fue.
Contrario a eso, “se las arregló” para que el Consejo Nacional del PRI aprobara una prórroga de su mandato, propio de un espíritu de dictadorzuelo o cacique desfasado.
Obvio que quienes no se sienten representados por “el cliente” de Layda Sansores, de inmediato protestaron y denunciaron “lo ilegal” del hecho.
Pero otros, como Manuel Añorve, cercano al dirigente nacional prorrogado, debe estar feliz por esta decisión, pues tal acción “le cae como anillo al dedo”, y algunos priistas creen que será uno de los mayormente beneficiados en las decisiones que vienen para ocupar cargos electorales.
Y otros van más allá al señalar que será uno de quienes en Guerrero podrán hacer uso de su dedo para decidir quien sí y quien no, participa en las elecciones.
Añorve Baños ha salido a defenderse de algunas “insinuaciones” de ser él quien originara la guerra sucia en contra de Héctor Astudillo, a quien en un libelo, que no saben quién redactó, lo acusan de “traidor”.
Aunque ya existe la percepción de que están rotas las relaciones entre el exgobernador de Guerrero y el senador priista, algo que no tiene nada de raro cuando dentro de las propias filas del tricolor a estos personajes los ubican con aquellos que utilizan la política para buscar el poder por el poder, y así beneficiar a sus amigos y familiares, principalmente.
Además, Astudillo Flores realizó una operación semejante en el estado al imponer a su exempleado como dirigente estatal del PRI, haciendo a un lado a Mario Moreno.
En Guerrero ya están cantadas las posiciones y parece que esto apenas inicia y no se sabe en qué alianzas puede desembocar.
Falta saber dónde se situará Mario Moreno, quien también rechazó la maniobra de Alito, y al momento es un importante factor de unidad en el priismo guerrerense, además de poseer credibilidad y legitimidad en sus acciones, características personales que otros no tienen.
Es el momento en que el excandidato a gobernador Mario Moreno, junto con quienes pudiera hacer equipo, conforme un movimiento al interior del PRI para rescatarlo de quienes solo lo han utilizado y pretenden volver a hacerlo para fines personales y de familia, y abrirlo a la participación de nueva generaciones de políticos jóvenes que le den nuevos aires a este partido que ha sido arrastrado a la lona por sus propios dirigentes y representantes.