Enfoque Informativo
La retaguardia ucraniana clama por el fin de la guerra; médicos dicen que hospitales están saturados
Mientras los bandos negocian, en la retaguardia los ucranianos claman por el fin de la guerra con Rusia. La vida se ha vuelto muy dura. Los hospitales no pueden atender a los enfermos y las colas ante los supermercados son kilométricas.
«Ucrania está viviendo una catástrofe humanitaria muy grave», comentó Volodímir Zhovnir, médico jefe de la clínica nacional infantil Ojmatdet de Kiev.
Los corredores de los hospitales son el mejor barómetro del conflicto. Están vacíos, ya que pacientes y sanitarios se encuentran la mayor parte del tiempo en los sótanos debido a las alarmas antiaéreas.
LOS NIÑOS DE LA GUERRA
Para encontrar a los niños hay que descender a los infiernos de esta clínica pediátrica, el sótano habilitado como refugio al inicio de la invasión rusa.
Una vez se acaban las camas, los colchones en el suelo son el único descanso para el guerrero Andréi, que frunce el ceño cuando alguien le dice que aparte la mirada del teléfono móvil.
Le acompaña Ígor, un huérfano muy despierto acompañado a todas horas por una enfermera en el estrecho pasillo.
«Somos unos 24 niños y más de veinte sanitarios», comentó Danil, cuyo hermano también está ingresado en esta institución y que parece el capo de la tropa infantil.
En un más que correcto español, el adolescente insiste: «Ya no tenemos miedo a la guerra. Nos hemos acostumbrado».
Oxana tuvo que venir desde la localidad de Slaviansk, el origen de la sublevación armada en el Donbás, para curar a su pequeño Sasha, que está sordo. «Llevo aquí cuatro meses, Allá está tranquilo, peo no puedo volver», señala.
En otra habitación cubierta de colchones y mantas varios niños intentan matar el tiempo. Las enfermeras, que viven en el hospital desde el pasado jueves, no los dejan ni a sol ni a sombra. Los bebés están lejos del alcance de los reporteros.
INSEGURIDAD SANITARIA
Zhovnir explica que su clínica ha tenido que reducir en una tercera parte el número de pacientes, de 600 a 200 infantes. «Ahora solo aceptamos a aquellos enfermos que no pueden sobrevivir sin atención médica. Cuando suenan las alarmas, todos descendemos al refugio», afirma.
Desde el jueves han recibido cuatro niños con heridas de guerra. Uno de los niños murió en la ambulancia. Según Sanidad, un total de 16 menores han fallecido en los últimos cinco días de guerra. «El mayor problema que afrontamos es que muchos niños no pueden recibir consulta, tratamiento, insulina o ser operados de apendicitis», lamenta.