Enfoque informativo

Una mujer mata a tres niños y tres adultos en un colegio de la ciudad estadounidense de Nashville

Una escuela en algún lugar de Estados Unidos y un asesino que abre fuego sobre víctimas indefensas. La historia, dolorosamente familiar en un país arrasado por una epidemia de violencia armada, se repitió este lunes. Pero esta vez no fue un asesino, sino una asesina: una mujer que, según el portavoz de la policía local, aparentaba estar “en su adolescencia”. Sucedió esta mañana en Nashville (Tennessee), y la cuenta de muertos asciende a siete, entre los cuales se encuentra la tiradora, a la que mataron los agentes. Tres de las víctimas son niños del colegio Covenant, donde se produjo el ataque, un centro privado de educación presbiteriana, cuyos alumnos van desde preescolar hasta sexto grado (11 años). Los otros tres fallecidos son adultos.

El policía encargado de actualizar la información a los medios explicó que la muchacha accedió a la escuela por una entrada lateral del edificio. Llevaba al menos “dos rifles de asalto y una pistola”, dijo. Las autoridades aún no la habían identificado en ese momento.

Las alarmas saltaron al final de la mañana, con un tuit del Departamento de Bomberos de la ciudad del centro del país. “Estamos respondiendo a un agresor activo en la escuela Covenant”, decía. El mensaje pedía a los padres que no se presentaran en el lugar, donde los hechos estaban “en desarrollo”. Por el mismo medio, los bomberos avisaron después a los padres de que se había establecido un “lugar de reunificación” con sus hijos en una Iglesia Baptista cercana al colegio.

Fue la cuenta de la policía local en la misma red social la que confirmó poco después que el presunto asesino había muerto.

El incidente comenzó en torno a las 10:13, cuando el teléfono de emergencias recibió una llamada alertando del ataque desde la escuela.

Poco más de una hora después, tres niños ingresaron con heridas de bala en el hospital pediátrico Monroe Carell Jr., en Vanderbilt. Los médicos solo pudieron certificar su muerte, según dijo Craig Boerner, portavoz del Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt.

En el ánimo colectivo estadounidense está aún fresca la tragedia que arrasó el pasado 24 de mayo con la escuela de primaria de la pequeña localidad de Uvalde, en Texas. Entonces, murieron 19 niños y dos profesoras a manos de Salvador Ramos, un joven de 18 años, vecino del pueblo. Se presentó armado con una pistola y un rifle de asalto semiautomático y, según el relato de las autoridades, “comenzó a disparar a quien estuviera en su camino, sin importar si eran niños, maestros o adultos”, antes de que la policía lo matara.

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