Enfoque Informativo
El centro comercial fue de los pocos sitios que no fue saqueado tras el huracán; los locatarios lo defendieron
La Plaza de la Tecnología de Acapulco es uno de los pocos negocios que no fueron saqueados después del impacto del huracán Otis, debido a que los locatarios se armaron con machetes, hachas y pistolas para disuadir las amenazas, como lo hicieron muchos también en sus casas.
A casi tres semanas de la tragedia, los comerciantes continúan vigilando las 24 horas el inmueble de la avenida Cuauhtémoc; ya se hacen llamar los guardianes de la colonia Centro de Acapulco.
En la penumbra de la noche, pues aún no se restablece la energía eléctrica, Jonathan Mejía, propietario de dos locales, afirma que seguirán cuidando la plaza porque si se descuidan, temen que algún vivo puede organizar un nuevo saqueo, pese a la presencia de la Guardia Nacional, Marina y el Ejército.
Con machete en mano y acompañado de un grupo de locatarios, el joven advierte que están dispuestos a “hacer cosas que no quisiéramos hacer, a recurrir a cosas que no quisiéramos recurrir” para mantener su negocio, que es el sustento de sus familias.
“No sabríamos de lo que fuéramos capaces porque si esto cae, nuestro ingreso, nuestro trabajo, nuestra manera de vivir cae con ella”, sentencia.
Jonathan asegura que de momento su estrategia para evitar la rapiña en la Plaza de la Tecnología les ha funcionado, porque con los machetes, hachas y, en su momento, pistolas, lograron disuadir a los saqueadores, sin confrontación ni violencia.
“Hasta ahora ha funcionado y se nos ha, dentro de lo que cabe, respetado, ya que no solamente cuidamos nuestra fuente de trabajo sino también el barrio, las calles y nuestros vecinos nos conocen, algunos nos han echado la mano para algo que necesitemos porque hemos sido guardianes no sólo de la plaza sino también de la colonia.
“Cuando fueron los picos más altos de violencia, mostramos lo que teníamos para evitar que la gente se acercara”, comenta.
Explica que, entre 40 y 50 locatarios, mujeres y hombres, cuidan diariamente la Plaza de la Tecnología día y noche, en diferentes turnos y posiciones, siempre con machetes, hachas y ahorita respaldados por agentes de seguridad privada armados, enviados al puerto días después por los propietarios de la plaza.
Ante cualquier eventualidad, los locatarios se avisan por radio para alertar de un posible ataque de rapiña, tienen un silbato listo para convocar a los vecinos para que acudan en su apoyo.
Al principio, recuerda Jonathan Mejía, tenían toque de queda en la zona y nadie entraba y salía del perímetro de la Plaza de la Tecnología, ubicada en la avenida Cuauhtémoc y la calle de Humboldt.
Sin embargo, detalla, liberaron parte de la avenida que tenían bloqueada, ya que notaron más presencia policial en el puerto, además de que personal de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) realiza trabajos para restablecer la energía eléctrica.
“Antes sí era necesario antorchas, era necesario tener las armas a la vista. Ahorita hemos estado más tranquilos, un poquito más seguros porque ya hay más presencia de la seguridad pública, pero aun así nada nos garantiza porque no hay interés, ni de parte del gobierno ni el suficiente de parte de la plaza, y tenemos que estar aquí. No nos queda de otra”.
Por lo que, afirma, seguirán “quemándose las pestañas” en medio de lo que considera el peor desastre natural que ha vivido el puerto de Acapulco en su historia.
“Muchos de nosotros estábamos a punto de irnos, muchos de nuestros familiares los mandamos fuera, incluyéndome, de verdad sentimos por momentos que Acapulco no tenía ya manera de ponerse de pie, pero no queda de otra que luchar, no queda de otra que intentar.
“Que este negocio no haya sido saqueado se debe a que los vecinos, los locatarios de la Plaza de la Tecnología, nos unimos. No muchos quedan en pie”, concluye orgulloso Jonathan Mejía, con diez años dedicado a la venta de teléfonos y accesorios.