La verdad me sorprendió, esperaba a los millones que anunciaron iban a asistir, a esos millones que no se han cansado de mencionar iban a abarrotar a la CDMX.

Por lo que se deja ver a muchas fotos aéreas, el Zócalo no se llenó, y las calles aledañas, se llenaron solamente de los cientos de camiones que “trasladaron”a los asistentes, entre la que los jóvenes brillaron por su ausencia. No sirvió de mucho el dispendio publicitario de miles de carteles dispuestos por la ciudad, en lo que cualquier artista hubiera querido tener para su presentación en algún recinto de espectáculos.

Resulta claro, que la gran mayoría de los marchantes, tienen una deuda de muchos tipos con el Presidente, desde los que cuentan con un trabajo de menor jerarquía, hasta los más encumbrados como secretarios, o los indignamente denominados “corcholatas”, sin olvidar a todos los políticos, líderes de esto o de aquello, y a muchos beneficiarios de programas sociales, que acudieron amenazados de perderlos si no asistían.

Sería mezquino no reconocer a los muchos, que también asistieron por convicción, y por una genuina fe en la 4T, lo que sin duda es respetable. Sin embargo, no hay mucho que decir al respecto, más allá que, si se trataba de superar a la marcha ciudadana del 13N, esta marcha fracasó. Así como a la 13N asistieron muchos más de los que se esperaba, o de los que el oficialismo hubiera querido, a esta, asistieron menos de los que el oficialismo esperaba o hubiera querido. Si bien, al inicio de la misma se veía más nutrida, se ve que en el camino, muchos dijeron: -yo ya cumplí, ya me trajeron, ya me voy. Creo que por eso ya no llegaron tantos al Zócalo. Lo que sí es seguro, es que si hubieran anunciado a Los Tigres del Norte o a Grupo Firme, seguro que se hubiera colmado.

Luego se pasó a la danza de los millones. De la inversión de millones en esto y en aquello, y de los enormes beneficios que se han obtenido con estas millonadas, a lo que habría que agregar, los cientos de millones que se gastaron en la marcha de hoy… inútilmente.

Se dice en política, que los políticos deben ser capaces de adivinar lo que va a suceder, para luego explicar porque no sucedió, así como de poder prometer la construcción de un puente donde no se necesita. En este gobierno no adivinaron lo que iba a suceder, se predijo. Se anunciaron desde el día uno muchas cosas que no han sucedido, y otras que, si bien se comenzaron, a pesar de la prisa en inaugurarlas, no están terminadas, por el simple hecho de que no funcionan, quizá lo más avanzado “el mejor aeropuerto de LATAM”, al que le faltan las vialidades y el famoso tren de acceso.

Se presumió de la gran potencia económica que le significamos al mundo, e incluso de la firma del nuevo tratado de libre comercio con EEUU y Canadá, situación que no es noticia nueva, ya que solo fue una ratificación a lo suscrito por los entonces presidentes de estos países, en 1992, con el Presidente Salinas de Gortari, quien por cierto fue quien instruyó la compra del 50% de la refinería de Deer Park en 1993. Medias verdades o medias mentiras. Lo cierto es que si que somos un país excelente para recibir nuevas inversiones, lo que se ha traducido tristemente en oportunidades perdidas. Si bien han llegado inversiones nuevas, las grandes verdaderamente que están saliendo de China, y que podrían ofrecer un gran cambio a nuestra economía, se están yendo a otros países principalmente asiáticos, debido a la pobre calificación que en cuanto al Estado de Derecho y a la confianza país, México ofrece al mundo.

Son muchos los hechos mencionados y prometidos, los que no han sucedido, y cuando esto sucede, no queda más que el sabor de que voluntaria o involuntariamente, se nos ha mentido, o por lo menos las dudas crecen en cuando a que no han sabido gobernar adecuadamente. Lo vemos en los malos índices que podemos observar en cuanto a economía, salud, inseguridad y educación, al aumento constante en cuanto al número de pobres. En cuanto a la opacidad de los gastos de la cuenta publica con el pretexto de información de Seguridad Nacional. El gran número de asignaciones directas, los efímeros logros del “huachicol”, del gas Bienestar. Fue una mentira hasta la fecha con respecto a que no hay desabasto en medicinas, y que nuestros hospitales públicos son de primera. Se mintió con la puesta en funcionamiento de la refinería dos bocas, en la que su costo se ha duplicado, y faltan aún las obras complementarias para su funcionamiento con una cantidad similar. Es una media verdad el superávit de la producción petrolera la que en los hechos ha disminuido. Fallaron con la multicitada venta/rifa del avión presidencial. Engañaron ominosamente con el número de las asistentes a la marcha en contra de la violencia de las mujeres. Se mintió con el denunciar la corrupción de diversas organizaciones de la Sociedad Civil, de lo que luego de 4 años, no hay una sola prueba, ni voluntad en actuar. Nos mintieron acerca de los permisos y viabilidad del Tren Maya y sobre el ecocidio en la selva, y en su insistencia en que se va a terminar antes del ´24, claro, aunque se inaugure sin circular. La lista es muy larga y no cabe en este espacio, pero desde mi parecer, se adoptó una forma de gobierno partiendo de la premisa de que la población no tiene memoria, de que es tonta o estúpida, y que con carisma y solo con decir “yo tengo otros datos”, y esto es cierto y aquello no, los grandes temas nacionales, están terminados y resuletos. El mundo sabe ahora de lo que hay detrás de las falsas y manejadas consultas sobre Constellation Brands o del NAIM, el mundo sabe bien que México ocupa los primeros lugares en cuanto a corrupción, el mundo sabe que más del 30% de su territorio está en manos del CO y el mundo sabe que en México se salpica sangre en toda su geografía.

Cualquiera pudiera pensar que a los que no estamos a favor de la políticas y resultados del actual gobierno, estamos felices ante su fracaso, pero al menos en mi caso, no puede haber nada más lejano. Al más acérrimo simpatizante de la 4T, le compito a ver quién ama más a nuestro país con acciones, no con palabras. Ciertamente que es de dar pena y da mucho dolor al ver a un magnífico país con su gente, lo mejor de su contenido, tan dividida y polarizada, y sobre todo, tan engañada.

La 27N, ha terminado por desnudar la cruda y dolorosa realidad de la 4T. Ya no es el Rey ni el dueño de las Calles. La propia ciudadanía se lo ha demostrado. ¿El colapso?

Les abrazo.