José Antonio Rivera Rosales

De manera paulatina, la personalidad política de la joven gobernadora Evelyn Salgado comienza a aflorar para dar color sobre la tipología de su gobierno.

En principio es de reconocer la determinación mostrada por la joven mandataria para llevar a feliz término la gigantesca responsabilidad de gobernar el estado de Guerrero, muy a pesar de su mocedad e impericia, lo que hizo dudar a muchos sobre el destino de esta tierra en manos inexpertas.

Resulta claro que la actitud adoptada por su padre, el senador Félix Salgado, se ha convertido en un pesado lastre para Evelyn que ha debido tomar distancia -también de forma paulatina- de la influencia de su progenitor, lo que constituye una decisión obligada si quiere ejercer su mandato libre de sombras.

Todavía no existe mucha certeza sobre qué es lo que hará para combatir la inseguridad, especialmente a los grupos criminales que proliferan en territorio guerrerense y que son un azote para muchas comunidades urbanas y rurales de Guerrero. El episodio de un intento de secuestro en Chilpancingo, que generó un rápido despliegue de fuerzas estatales y federales, hizo pensar que estamos ante un dispositivo permanente de combate a la delincuencia.

Pero la desaparición forzada de tres comunitarios del FUSDEG en Tierra Colorada, donde la reacción fue muy tardía y pobre, generó desilusión pues pareciera que en la capital se generó tal dispositivo sólo porque se trataba de una persona cercana a la familia Salgado.

Si existe una firme disposición de combatir al crimen, como ella mismo lo declaró, entonces tendremos que ver esos operativos con más frecuencia en distintos puntos de la geografía guerrerense.

Sin duda alguna, Evelyn está obligada a garantizar un clima de tranquilidad como primera obligación de estado frente a sus gobernados.

En ese sentido, sería deseable saber que realmente existe un dispositivo denominado Código Rojo para reaccionar frente a los actos criminales de la delincuencia, lo que se escribe y dice fácilmente, pero que constituye quizá el reto más grande y peligroso al que deba hacer frente la joven gobernadora.

Haciendo un poco de lado el combate a la delincuencia como una obligación primordial del gobierno, es de aplaudir la determinación mostrada por la mandataria para impulsar con firmeza diferentes actos de gobierno, lo que ha ido definiendo poco a poco un perfil de Salgado Pineda para cumplir y hacer cumplir la ley, lo que no es poca cosa.

Destaca aquí precisamente el perfil humanitario de su gobierno a partir, por citar un ejemplo, de la decisión de combatir la venta de niñas disfrazada como usos y costumbres, pero que en realidad configura una forma de esclavitud moderna de la que hay liberar de forma definitiva a la población infantil de La Montaña, como de otras regiones donde se comete el mismo delito con toda la cara dura del mundo.

Esa decisión, loable por donde se le vea, se ha visto acompañada por la UNICEF y por el Congreso del estado, lo que le dará mayor certidumbre a los actos de gobierno que de ahí se deriven. Todo lo cual debe ser ampliamente comunicado a la población tanto para que estén todos enterados, como para que haya mayor eficacia en la actuación gubernamental a sabiendas de que cuentan con el respaldo popular.

Otra muestra del mismo perfil humanitario es la entrega de más de 300 nuevas plazas a médicos y enfermeras para ampliar la atención a población abierta, que es la que recibe menos cobertura en materia de salud. Esta decisión, decíamos, constituye un enorme esfuerzo financiero para el gobierno del estado en coordinación con el gobierno federal, dado el enorme boquete financiero que existe en el presupuesto de las finanzas estatales heredado de administraciones anteriores.

Estos dos actos de gobierno son una muestra inequívoca del perfil humanitario que comienza a tomar forma en el gobierno de Evelyn, lo que debiera ser una buena noticia para las y los guerrerenses que tendrán en la joven gobernante una aliada para impulsar esas causas.

En la misma dinámica, ojalá que el gobierno de Evelyn tome en cuenta a la franja de adolescentes pobres -de verdad, entre los más pobres del país- ubicados en las colonias de la periferia de Acapulco, que suman unos 150 mil jóvencitos y jovencitas que corren el riesgo de ser reclutados por el crimen, dado que no cuentan con posibilidades reales de estudio y desarrollo humano.

 

El gobierno de Evelyn Salgado debiera buscar los enlaces apropiados con este sector de población amenazada por la pobreza y la violencia, sector que ha sido ignorado por gobiernos anteriores que se han enfocado en otras problemáticas dejando para después -si es que alguna vez lo tuvieron en mente- la atención de estos adolescentes que se sitúan entre los 12 y los 18 años, y que debido a su condicion de pobreza han debido integrarse al mercado informal de trabajo.

 

A la gobernadora debiera bastarle darse una vuelta por el INEGI y el CONEVAL para constatar que son dos los sectores más pobres de Guerrero: La Montaña, especialmente la región de Metlatónoc-Cochoapa-Tlacoachistlahuaca, así como la franja ubicada en la periferia de Acapulco.

 

Ambas regiones son, por consecuencia, las principales expulsoras de jóvenes migrantes que salen al exterior a buscar nuevas oportunidades de vida porque en sus lugares de origen simplemente hay nada, ninguna oportunidad, ni siquiera de estudio.

 

Esta franja de jóvenes en condición de pobreza extrema es la menos estudiada por los organismos gubernamentales o por los investigadores de ninguna universidad. Pero es un sector que existe y que con frecuencia son víctimas de la violencia criminal que los recluta como carne de cañón. Es una situación que parece no tener salida.

 

Si el gobierno de Evelyn Salgado tiende una mano a estos jovencitos que lo necesitan en extremo, entonces podremos decir con certeza que su gobierno se caracterizó por la justicia social llevada a los lugares más necesitados.

 

Ojalá así sea. Todos estos guerrerenses lo necesitan.

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