Por Juan José Contreras Lara

Los recientes cambios generados luego de las elecciones de junio pasado en Guerrero han permitido en muchos casos que el lógico relevo generacional, permita el arribo de una forma novedosa y creativa de hacer política, con un discurso diferente y cercanía genuina con los ciudadanos.

Destaca el caso de Chilpancingo, el otrora enclave priísta, donde Morena está gobernando por primera vez, por una mujer como Norma Otilia Hernández Martínez, que llega a la alcaldía capitalina después de ser diputada local por el distrito uno. 

Recuerdo que la inquietud de Norma por participar en política le viene desde muy joven, desde su temprana participación en cargos públicos enfocados sobre todo a la defensa de los derechos de las mujeres, así como la creación e impulso de Amigos Ciudadanos de Guerrero, A.C., asociación que promueve la atención de habitantes de colonias populares y comunidades capitalinas, de manera multidisciplinaria, pero con especial énfasis en la atención de la salud.

Integrante de una familia numerosa y esforzada donde las mujeres han sido fundamentales, Norma no ha tenido nada gratis. El trabajo y el compromiso han sido los denominadores comunes de ella y sus siete hermanos, sobre todo después de la trágica muerte de sus padres cuando era adolescente, por lo que tuvo que hacerse de responsabilidades desde esa edad.

Conocedora de la realidad que viven miles de familias en la capital, la mayoría de ellas marginadas de todo beneficio gubernamental, en 2015 fue candidata a la diputación por el distrito uno, por el Partido Humanista, entonces de reciente creación, pero no fue hasta la siguiente elección cuando logra su objetivo, ahora postulada por Morena, partido al que se incorporó.

De esa manera pasa a integrar la 62 Legislatura, donde destaca por su participación como vicepresidenta de la Mesa Directiva, por su trabajo en comisiones que la lleva a presentar diversas iniciativas de ley y por su labor parlamentaria en general, siempre observando los lineamientos generales de la 4T.

Ahora está al frente de la administración capitalina, después de buscar la candidatura de su partido y luego de ganar holgadamente la elección del 6 de junio.

Norma buscó ser alcaldesa a sabiendas de que no iba a ser nada fácil gobernar la capital y a pesar de que un mal resultado puede ser determinante para la carrera política, no sólo de ella, sino de cualquiera.

Recibió una administración hundida en una terrible crisis financiera, con déficit presupuestal, adeudos históricos, compromisos laborales sin solventar, una nómina inflada y el lastre de la Capach, organismo que ya es totalmente inviable.

Sin embargo, luego de 45 días en el poder ahí la lleva. Va capeando el temporal, imponiendo la estrategia de austeridad y combate a la corrupción, cortando de tajo fugas aquí y allá, para canalizar los recursos a obras y acciones en beneficio de la gente.

Nada más la relación con la descomunal burocracia municipal y con esos entes voraces que son sus sindicatos, significa una lucha cotidiana para evitar la parálisis de la institución y las consecuencias que todos padecemos.

Para poder lidiar con todo ello, se debe contar con el respaldo ciudadano y Norma ha podido hacerlo porque no ha perdido la cercanía con la gente que la llevó al poder. Ha tenido la sensibilidad y buena disposición para impulsar las audiencias públicas semanales, sin formatos acartonados, ni simulación y esa interactuación le sirve para la conducción eficaz de la administración.

El déficit en servicios públicos es apabullante en Chilpancingo, no es gratuito por ello que se le clasifique como la capital estatal más rezagada del país. Este rezago lo reconoce la alcaldesa, quien ha señalado que todas las 600 colonias tienen carencias.

En su más reciente audiencia pública, efectuada en Petaquillas, aseguró que sólo abatiendo la corrupción y fomentando la transparencia en el manejo de los recursos públicos, se podrán disminuir la marginación, la inseguridad y la falta de oportunidades. 

Su gobierno aún es joven, pero conociéndola no tengo duda de que Norma seguirá presentando productos innovadores para cambiar el rostro de una institución anquilosada, con respuesta tardía a los problemas y rehén de una burocracia sin control, que los mismos munícipes anteriores han creado.

Ahora uno de los objetivos es acabar con aquello de que para cualquier ciudadano que se acercaba a su despacho era prácticamente imposible hablar con el alcalde porque “está en una reunión”, “salió a una gestión” o “está de gira”, y por el contrario, propiciar que la alcaldesa vaya en búsqueda de ese ciudadano, sin demagogia ni poses, sobre todo porque hay una respuesta inmediata a su gestión. 

Habrá quien señale que el formato de audiencias públicas no es nada nuevo y sólo se descubre el hilo negro. Es verdad. No son nuevas, pero la diferencia es que antes eran sólo de escenografía y culto a la personalidad. Ahora ya no son de chismito. 

Norma sabe además que ningún gobierno municipal es viable sin el apoyo federal y estatal. Tanto con el presidente como con la gobernadora mantiene una excelente relación, sólo hay que esperar que los tiempos presupuestales lo permitan, para observar su respaldo en favor de una capital que requiere de todo.          

 

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