En días pasados, circuló en redes sociales una discusión sobre la naturaleza de la cocina mexicana. En una publicación del 23 de noviembre desde su cuenta de Twitter, el portal Opinión51.com destacó una frase de la articulista Laura Manzo en la que ella expresó: “Los únicos en el mundo que pensamos que un taco no puede tener una versión sofisticada y de mayor valor monteriario somos los mexicanos”. Como respuesta, distintos usuarios de la red social Twitter expresaron sus opiniones a favor y en contra de esta idea de sofisticación.
Acerca de estos temas gastronómicos propios de la identidad mexicana, el suplemento cultural Confabulario publicó en agosto de este año un artículo del antropólogo Raúl Valadez Azúa, así como una entrevista con Cristina Barros Valero, quien ha dedicado su vida a investigar la diversidad y evolución de la comida mexicana. Ambas opiniones de estos especialistas van más allá de la palabra sofisticación y destacan la incorporación de técnicas e ingredientes:
“La cocina mexicana es la suma de muchísimas cocinas regionales y es por regiones como podemos caracterizarla. Cuando llegaron los españoles aquí había ingredientes de todo tipo, tanto vegetales como animales. Había los condimentos necesarios: hierbas de olor, hoja santa, epazote y otras hierbas y flores olorosas que se usaban para condimentar el chocolate, como la flor de la magnolia, la rosita del cacao, la propia vainilla que ya se cultivaba en Mesoamérica. También estaban presentes las sales como la sal de mar, la sal de tierra adentro, el tequesquite. Había además endulzantes como las mieles de diferentes abejas nativas, de avispas. Con la miel de maguey —nos dice Francisco Hernández, médico de la corte de Felipe II— se producía azúcar o vinagre. Además estaba el aguamiel fermentado que se convierte en pulque”, explica Cristina Barros en esta entrevista.