Tolga Akmen

Si algo merece ser recordado después de los miles de documentos confidenciales sobre Facebook que se están dando a conocer es una frase lapidaria de un empleado de la compañía. En ella se resume todo lo que está mal con el poder creciente de Mark Zuckerberg y aliados. En un mensaje interno escribió: “No solo no hacemos algo acerca de la desinformación combustible de las elecciones en los comentarios, sino que los amplificamos y les damos una distribución más amplia”. Ya lo sabíamos, por supuesto, pero lo clave es que Facebook también lo sabía y tomó la decisión consciente de no hacer nada. ¿Nos sentimos cómodos como sociedad con que esa empresa tenga cada vez más poder sobre la vida de miles de millones de personas?

Antes de que estallara el escándalo, Facebook empezó a desacreditar el trabajo de los periodistas. Su cuenta oficial en Twitter escribió: “En las últimas seis semanas hemos visto cómo los documentos pueden malinterpretarse. Una selección curada de millones de documentos en Facebook no puede usarse para llegar a conclusiones justas sobre nosotros”. También invitó a los medios “que quieran ir más allá de campañas de ‘te atrapamos’” a que hablen con la empresa. Ahora, viendo los resultados de los documentos filtrados, entendemos el pánico que estaban sintiendo.

Facebook sabía desde 2019, y probablemente antes, que su algoritmo privilegiaba a los grupos de teorías de conspiración y de información falsa. Facebook creó un grupo de asesoría para adoptar mejores medidas de seguridad, pero lo desmanteló justo después de las elecciones estadounidenses en 2020, lo que permitió que se usara su plataforma para planear la invasión del Capitolio el 6 de enero de 2021. Facebook sabía que tenía un gran problema de tráfico de personas en su plataforma y no hizo gran cosa para enfrentarlo. Facebook sabía que sus redes estaban siendo usadas para fomentar violencia étnica en varios países y no tomó acciones. Facebook sabe que no tiene capacidad de cortar la difusión de información falsa en idiomas que no sean el inglés y… no ha hecho nada al respecto.

La narrativa es clara: Facebook no ha hecho lo mínimo para llevar consigo la responsabilidad que tiene al ser el principal mecanismo de información de miles de millones de personas.

La empresa dice que sí, que ha tomado correctivos, que está comprometida con la verdad. Pero la evidencia es otra. En el mundo de la pandemia, Facebook y sus plataformas han sido claves para que en nuestros países crezcan los movimientos antivacunas. La polarización que se ve en Brasil y, claro, en Colombia tiene buena cabida en los algoritmos de las redes sociales de la empresa. Las personas están cada vez más en nichos autodestructivos y venenosos, que son el perfecto caldo de cultivo para los discursos de odio y en contra de las instituciones democráticas.

En repetidas entrevistas y comparecencias ante autoridades, Mark Zuckerberg ha dicho que el objetivo de Facebook es aportarle bienestar al mundo y conectar mejor a las personas. Los documentos publicados en estos días muestran cuánto ha fracasado en ese proceso.

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