Enfoque Informativo

Los militares realizaban un operativo en El Pescado

Un enfrentamiento en la comunidad El Pescado, entre personal del Ejército México y presuntos delincuentes que asolan la región de Tierra Caliente y la Sierra de Guerrero, dejó como saldo, según las autoridades, 7 muertos y 2 heridos.

Entre estos se encuentran, 5 civiles muertos y 2 militares, así como 2 heridos por parte de esta unidad entre ellos el Cabo de Inf. Bernardino Enrique Gálvez. Soldado de Inf. Marco Antonio Rizo Ventura. Heridos: Eduardo Cervantes Hernández, Cabo Inf. Emiliano Torres Beltrán.

De acuerdo a distintas versiones, los soldados realizaban un recorrido de reconocimiento y aplicación de la ley de armas de fuego, cuando se encontraron a unos individuos que lejos de acatar las indicaciones accionaron sus armas para posteriormente esconderse entre los cerros.

En un escueto documento enviado a los medios, la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz, confirmó el enfrentamiento entre grupos de civiles armados con personal de la Secretaría de la Defensa Nacional, por lo que personal de Seguridad de los tres niveles de gobierno se trasladó a ese lugar para verificar los hechos.

Al momento de registrarse el enfrentamiento, los elementos del Ejército Mexicano se encontraban realizando recorridos de vigilancia en la zona como parte de las acciones para inhibir los delitos en las regiones Costa Grande y Tierra Caliente.

En esta región de la entidad se han presentado varios incidentes de violencia donde se han visto inmiscuidos grupos de la delincuencia organizada y fuerzas de seguridad.

Algunos pobladores han salido de la comunidad debido a las irrupciones de estas bandas delincuenciales.

Las autoridades aún no han dado a conocer oficialmente de qué bando son las personas que perdieron la vida, aunque de manera preliminar.

La organización criminal La Familia Michoacana, que dirigen los hermanos Hurtado Olascoaga, logró expandirse hacia la región serrana de Guerrero y controlar ya por lo menos 15 ejidos pertenecientes a los municipios de Coyuca de Catalán y Petatlán, en los límites de la Costa Grande y Tierra Caliente, donde todos los días se vive un éxodo de familias, médicos y profesores, zona donde precisamente, estos criminales mantenían un escondite hasta la semana pasada.

Los primeros en ser amenazados y exiliados fueron los médicos, que, un día decidieron colgar la bata y salirse del pueblo hasta encontrar señal de internet. Le siguieron los profesores, que anticiparon el fin del ciclo escolar y hasta las llaves de los salones se llevaron.

Es el día a día para para estas comunidades olvidadas por el Estado, y Johnny y José Alfredo, El Pez y El Fresa, lo saben, pues es de ahí de donde se aprovechan para apoderase de ellas.

“Los buenos”, como les dice, son los que usan botas y uniforme verde, y “la mafia”, los que usan fresas y peces como distintivo, quienes se han encargado de atemorizar a toda una región. Kevin lo sabe, lo vio el pasado 10 de diciembre cuando un comando armado llegó a matar a primos y tíos, y tiene claro que, si los vuelve a ver, debe correr y esconderse.

El multihomicidio en El Durazno, atribuido a integrantes de esta organización criminal, dejó en evidencia el modus operandi para adueñarse de una plaza. La fórmula empleada es muy clara: Expulsar al médico, cooptar al maestro, reclutar y asesinar a quien se oponga, y eso fue precisamente lo que sucedió.

Pero lo mismo sucedió con el médico, decidió irse, luego del asesinato de siete varones. Y ya sin servicios básicos, más de la mitad de los pobladores emprendió un exilio autoimpuesto rumbo a la costa o para el norte, en lo que se calman las cosas.

Las clases, cuando hay, deben tomarse en aulas con paredes y techos perforados por balas rusas, y si llega a faltar, las sumas y restas se sustituyen por tareas en el campo de aguacate o elaborando tortillas. Lo que se traduce en deserción obligada para un centenar de niños y adolescentes.

“Mejor se fue su mamá a ponerlos a estudiar, le digo está bien, que se despeje, que se le olvide, porque decía, ‘ay abuelita yo no puedo olvidar’”, explica Celsestina, vecina de la comunidad de El Durazno.

En aras de impedir el éxodo en El Durazno, la estrategia llegó desde la Fiscalía del Estado, y de su fiscal general Sandra Luz Valdovinos; que gestionó la construcción de instalaciones para la dependencia, habilitó la clínica de esta localidad y llevó a un médico, medicinas, y maestros. Y apenas el pasado siete de marzo, el Gobierno del Estado llevó a una delegación, con artículos para el hogar y juguetes.

En tanto, la cacería de El Pez y su hermano El Fresa, quedó a cargo del Ejército mexicano, junto con la fiscalía, que cada vez está más cerca de capturarlos. Apenas el pasado 2 de marzo, el último intento, en la comunidad serrana de La Morena, cuando gracias a una fuerte base social, pudieron escapar a bordo de un helicóptero rojo.

Cinco kilómetros en cuatrimoto es la distancia que debe recorrer Yulian para llevar a sus hijos a la escuela. Y si quiere medicinas, la ruta es de 23 kilómetros montaña arriba, sobre el camino de polvo.

Paradójicamente, vive a 100 metros de lo que alguna vez fue una escuela: es el comisario municipal de Corrales, una diminuta localidad de daño colateral de esta estrategia por controlar la región.

–Quieren despojar a la gente para quedarse con lo que es la madera, vacas, terrenos, esta ruta está rica, tiene variedades, tiene madera, ganado, y agricultura para sembrar, declara Yulian.

La escuela más cercana se encuentra en la localidad vecina de El Mameycito. Aquí, los maestros que logran llegar, deben quedarse por largos periodos, con sus propios recursos, y bajo su propio riesgo.

“La verdad yo lo hago con mucho gusto, son niños que les gusta aprender y por eso lo hago de esa manera, de que se viven riesgos, claro que se viven. (…) Pero si a veces no se prestan las prioridades, aunque queramos, siempre pues va a estar nuestra vida, la seguridad, aunque la vocación sea la de estar acá arriba, pero si no se presta las condiciones, no lo podemos hacer más allá”, explica a MILENIO Félix de la Rosa profesor de la escuela Primaria Rural Plan de Iguala, se convierte en el único maestro a 50 kilómetros a la redonda.

Si bien El Mameycito cuenta con maestro, el crimen se encargó de expulsar a los médicos, fórmula que se repitió en toda la sierra: se amenaza, se expulsa o se coopta.

“No han hecho caso a nuestra petición de médicos seguimos aquí con la casa de salud abandonada y mínimo son tres horas, tres horas para bajar por un enfermo al pueblo”, agrega Celerino Maciel, comisario Ejidal de esta población.