En nuestra idiosincrasia mexicana, no es raro encontrarnos con gente a la que le encanta presumir o comparar que lo que posee es mejor que el de cualquier otro individuo; vemos a vecinos, amigos o desconocidos, alardear y presumir sus “objetos” para hacer sentir apenado o inferior a la persona que desean humillar.

Casos hay muchos; cito un ejemplo: cuando estaba en segundo año de preparatoria, había un compañero –actualmente hermano de un político local- que desde que entró al salón le encantaba presumir y hacer sentir menos a algunos compañeros; en una ocasión, me encontraba escuchando música en un radio –de los de aquella época-  con otros amigos  y dirigiéndose hacia nosotros nos dijo: ¿En eso escuchan música? Traigan su grabadora mañana “para ver quién la tiene más grande”.

Al otro día, algunos compañeros llevaron sus grabadoras, menos yo; pues carecía de ella y sólo escuchaba música en el tocadiscos de mi casa -y eso cuando mi hermana mayor no la ocupaba- por lo que no podía llevar ese armatoste a la escuela. En ese momento, llegó mi compañero –a quien le apodábamos “El Muerto”- con una descomunal grabadora con varias luces, que sólo había visto en los videos musicales de los años 80´s. En fin, ese día, “El Muerto” logró su propósito: Llevó la grabadora más grande y bonita del salón de clases. En otra ocasión, mi padre me había permitido llevar su camioneta –una Ford F-150, de la cual ya he hablado en anteriores columnas- a la escuela y “El Muerto” al verme llegar en ella me dijo: “Mi papá tiene una más grande”, lo cual fue cierto porque al siguiente día llegó arriba de una Suburban.

En fin, “al Muerto” le encantaba presumir y demostrar su poder material, nadie en esas cuestiones podía competir con el tamaño de sus bienes, ya fueran su casa, carro, televisión o calculadora. Sin embargo, sí tenía sus debilidades: Una de ellas, el tamaño de sus calificaciones finales. En esa ocasión dos de mis compañeras habían obtenido 9 y 10, lo cual contrastaba con el 6 que él había sacado. Hasta yo lo superé con mi 7 de calificación, ¡ups!…Y la otra debilidad -en que perdió “El Muerto”- fue en cuestiones de tamaños y longitudes –competencia que se realizaban atrás de los baños de la escuela-  obviamente solo los caballeros entenderán a que me refiero.

Caso distinto pasará el próximo domingo 27 de noviembre cuando en la capital del país se vislumbre la marcha de la vanidad ordenada por el Presidente de la República, en la cual demostrará que “él la tiene más grande” –la convocatoria a la marcha- al ordenar a los gobernadores de su partido que lleven la mayor cantidad de acarreados –y pagados- a la marcha ególatra, con la intención de contrarrestar la anterior donde los ciudadanos marcharon para defender al INE, pero no a los consejeros que tanto odia Andrés Manuel López Obrador, pues es un hecho que ninguno acudió al mitin para defender los privilegios que ellos ostentan, sino que asistieron para defender a la institución electoral como ente garante de protección a la democracia y que se maneja de manera independiente del gobierno.

El domingo veremos que el Presidente no se equivoca al demostrar qué tan grande la tiene –otra vez la marcha- al llenar el paseo de la Reforma con la multitudinaria gente que sus gobernadores y presidentes municipales se encargarán de trasportar con recursos públicos, como ya ha quedado documentado por videos que circulan en las redes sociales .Y seremos testigos de algo histórico: Presenciaremos una marcha organizada por el gobierno para defender…al gobierno.

No existe duda de que el tamaño sí importa –cuando menos en esta circunstancia política-, al igual que en otros casos –como dije al principio de esta columna-, pero no siempre lo grande satisface, no siempre lo grande demuestra que se tiene fuerza, vigor, poder o control, sino todo lo contrario…también demuestra todo de lo que se carece.

Sin embargo, hay que recordar que la marcha se realizará en la capital del país, un lugar emblemático gobernado por la izquierda desde Cuauhtémoc Cárdenas a la fecha, pero que en el año 2021 perdió la mitad de las alcaldías en manos de la coalición de oposición y entre ellas las tres más importantes.

La marcha del ego será impresionante, la pelea para aparecer en primera fila de los futuros precandidatos a puestos de elección popular para el 2024 será brutal; todos querrán mostrar músculo. Sin embargolos políticos de Morena olvidan que si algo ha demostrado la historia es que no sólo llenando plazas y colapsando calles con gente se tiene asegurado un triunfo o la aceptación de las políticas impuestas por los hombres en el poder.

“Lo grande es mejor”, no tengo duda en eso, pero también lo grande se deteriora, se colapsa…y se destruye”.

Quién pensaría que una marcha que se realizó para defender al INE generaría el enojo presidencial y que lo llevaría a convocar a otra concentración de personas para solicitar la desaparición de dicho instituto que les validó su triunfo y con ello obtener el poder que a la fecha obstentan.

En fin, como hablamos de la importancia del tamaño el próximo domingo el ejecutivo federal demostrará “que él la tiene más grande”, pero aun así con lo enorme que estará su marcha, eso no le garantizará –al igual que a mi amigo “el muerto”- que ganará todas las competencias en que intervenga, porque puede ser que le vaya igual que a mi ex compañero de la preparatoria -en la competencia atrás de los baños de la preparatoria-, o peor aun cuando al final de su sexenio en el año 2024 salga mal calificado por los ciudadanos que le dieron el triunfo en el 2018.