Bien lo comentaban los expertos en economía a principios del sexenio en 2018, que las claves para el buen desempeño económico del país, durante la administración de la 4T, estarían sujetas a quien desempeñara el puesto como titular en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público. En un principio  fue designado Carlos Urzúa Macías, viejo conocido del presidente López Obrador, durante su paso por el gobierno de la Ciudad de México del año 2000 al 2003.

Doctor en economía y catedrático del Tec de Monterrey fungió como titular de la SHCP de diciembre de 2018 a julio del 2019, y su renuncia al puesto se dio “por discrepancias en materia económica con el resto de la administración”, en otras palabras no lo dejaron hacer su trabajo, ni armar su equipo, ni tomar las decisiones más importantes que implican ser el secretario de hacienda.

Como tampoco dejo el presidente a Arturo Herrera su sucesor, ni esta tampoco dejando lo haga al actual titular de la dependencia Rogelio Ramírez de la O, quien seguramente y a pesar de la cercanía que tiene con el jefe del ejecutivo saldrá por la puesta trasera de palacio nacional, al no poder realizar su trabajo con plena libertad y manejar la economía sin ideologías absurdas y conforme a los cánones económicos.

Los focos rojos ya están encendidos, la economía del país están en recesión técnica y va en picada y las estadísticas de crecimiento proporcionadas por el Inegi, confirman lo que todos los analistas han venido diciendo: “la economía tiene desempeño negativo y no se ve que en el futuro vaya a ser mejor.” De hecho, ya podemos afirmar que el sexenio de López Obrador será tiempo perdido para el bienestar de los mexicanos.

Históricamente la economía mexicana arrastraba un  crecimiento pobre  desde hace  años y, aunque escasos, mostraba incrementos en el bienestar de los mexicanos. Durante la administración de Peña Nieto, el Producto Interno Bruto (PIB) per cápita, o sea el ingreso por cada uno de los mexicanos, se incrementó en un  7.2 por ciento. De acuerdo a cifras del Banco de México, al final del año 2018 el PIB del país fue de 12 mil 229 pesos por habitante al mes. En 2019 esto se redujo levemente, lo que llevó a que el producto por habitante cayera a 12 mil 89 pesos.

Siguió el año 2020 donde por la crisis sanitaria del Covid-19, con una enorme contracción de la economía por la pandemia y por el mal manejo de sus efectos económicos por parte del gobierno  (nunca hubo un plan anti cíclico de apoyo a la micro y pequeñas empresas) provoco un aumento en la pobreza y el endeudamiento de los ciudadanos. Dicen los analistas que la mayor preocupación sobre la economía mexicana es que si el gobierno no cambia radicalmente su estrategia, el futuro trae oscuros presagios como lo sucedido en las crisis de los años 70 y 80s`. El primer trimestre del año  2021 tendrá un incremento muy débil, debido a que  ninguna fuerza económica lo impulsa.

Otro hecho que ha afectado la actividad económica, es la inflación, que al cierre de diciembre rebaso niveles no observados prácticamente desde hace veinte años, arriba de 7.0% de acuerdo diversas mediciones. Si analizamos con cuidado la situación, vemos que la única estrategia del gobierno para reanimar la economía, está basada en los programas sociales, ya que únicamente distribuyen dinero y no dan resultados.

La gran cantidad de recursos que dedican a gasto social la 4T, ayuda a que la economía no se desmorone pero en el mediano plazo provocara situaciones insostenibles, ya que al no haber inversión, y el consumo interno muy débil, el país no tendrá crecimiento, ni  ingresos públicos suficientes, y esto nos  llevara a un muy  serio desequilibrio financiero, no habrán más recursos para financiar los programas sociales para el 2023 y 2024. Es deplorable darse cuenta que por aplicar estrategias económicas que hace treinta años no funcionaron ahora se conviertan en “una camisa de fuerza” que nos impide tener acceso a mejores niveles de vida; para salir de esta recesión.

La situación económica es crítica, pero nadie en el gobierno parece estar consciente de ello, al tratarse de un problema de política interna: la pandemia afecto a la economía y a toda la economía del mundo, durante el 2021 la todos los países  recuperaron sus niveles de dos años atrás, sobre todo Estados Unidos, y ni con el impulso de la economía norteamericana, ha podido nuestro país regresar a los niveles previos a la pandemia.

Pero no hay que olvidar  que el México no crece desde el inicio del actual sexenio: la pandemia empeoro la situación, pero los problemas  vienen de antes. Y tiene que ver: con el Estado de Derecho, la certidumbre jurídica y las inversiones. Los  dos primeros están muy desacreditados y la inversión está en caída libre.

Todo ello es una situación que ha creado el gobierno de López Obrador con decisiones erráticas y poco confiables, como la la cancelación del NAIM, la propuesta de reforma eléctrica o proyectos de inversión pública, cuyos nulos beneficios no aportaran nada a la economía del país.

El limitado crecimiento económico durante el 2019,  pre pandemia, así como lo ocurrido en los últimos meses, tienen que ver más con una poco ortodoxa  y errática política económica ordenada desde palacio nacional. En ese contexto, el gobierno del a 4T insiste en jugar con fuego, después de la crisis de confianza que provocó en 2019, el primer año de la administración insiste ahora con sus ideas nacionalistas, y lanza su iniciativa de reforma constitucional en materia eléctrica que menosprecia la inversión privada y  garantiza que la actividad productiva tenga energía idónea y con precios competitivos.

Las reflexiones anteriores advierten que los problemas económicos de México provienen del ámbito interno, relacionado con políticas públicas erráticas. En lugar de buscar hacer frente a los efectos adversos del exterior y de la pandemia, el gobierno federal los ha intensificado a través de políticas que dan prioridad a los proyectos gubernamentales, que restringen la producción, vulneran el Estado de derecho e incrementan la incertidumbre.

De los inversionistas El consecuente desplome de la inversión física apunta a una disminución considerable del crecimiento de largo plazo de la economía y a una crisis que nos hará recordar a los gobierno de Echeverría y López Portillo, y golpeara directamente a los más pobres.

ES CUANTO

ADENDDUM: la polarización presidencial llego hasta Panamá, nuestro gran Tlatoani  cree que puede insultar y denostar por igual a periodistas y opositores de su 4 Deformación, que a funcionarios de otros países. Esa obnubilada obsesión por cumplir sus caprichos suena más bien a una demencia senil. Pero los del Canal le pusieron un estate quieto, porque  mejor no manda a Salmerón y a la Jesusa a cuidar su rancho en Palenque, a la Chingada pues, por el bien de la política exterior.