Por Guillermo Hernández Acosta
Los temas sobre política, candidatos y fútbol, forman parte de la charla cotidiana en el banquito de Aciano Reyes Antolino, en el zócalo de Tecpan.
Mientras el hombre da grasa al calzado de un cliente, los amigos empiezan a reunirse en ese punto, y la platica comienza a fluir, nuestro personaje, es el único bolero que queda en la cabecera municipal.
Con 68 años de edad es bolero por obligación desde hace más de 15 años un accidente cuando trabajaba como albañil le costó una fractura a la altura de la cadera orillandolo a retomar el oficio que practicó de niño, cuando formaba parte de los grupos de niños boleros que era común ver en el zócalo de Tecpan ofreciendo sus servicios desde hace 25 años.
Actualmente, el trabajo de bolero es muy diferente, es más limitado ya que ha surgido calzado de materiales sintéticos que no requieren bolearse y segundo, están a la venta productos con los que la gente puede darle grasa a sus zapatos personalmente y en sus casas, sin requerir de un bolero, puntualizó el adulto mayor.
A pesar de ser un oficio que se ha transformado de más a menos, éste le ha permitido a Aciano Reyes obtener recursos económicos para sostener a su familia y darle educación a sus hijos, dos de ellos ya profesionistas.
Para muchos pobladores la figura del bolero se ha convertido en tradicional en las plazas públicas, un personaje que no puede faltar en los escenarios populares o, incluso, recorriendo las calles con su cajón al hombro.
Aciano Reyes dice que le agarró cariño a su oficio, a la vez que lamenta que poco a poco la actividad de dar grasa se extingue en los pueblos y ciudades, y queda solamente en la memoria de los pobladores de mayor edad.
El oficio del bolero es uno de los considerados en peligro de extinción, pues hoy en día los productos de limpieza que se venden en tiendas o supermercados pueden ser adquiridos por cualquiera que quiera asear sus zapatos en casa.