Enfoque Informativo

  • En este pozo de los deseos se encontraron más de 100 objetos diferentes, entre los que destacan artesanías como joyas y cerámicas

Arrojar objetos a un pozo con el propósito de pedir todo tipo de deseos es una práctica ritual que se remonta a miles de años. Ejemplo de ello es el hallazgo de un pozo de los deseos en la localidad de Germering, estado de Baviera, Alemania.

Según reportes de la Oficina Estatal de Protección de Monumentos de Baviera, el pozo fabricado con madera tenía cinco metros de profundidad y en su interior se encontraron más de 100 objetos que se usaban con fines rituales.

“Es extremadamente raro que un pozo sobreviva tan bien más de 3 mil años. Sus paredes de madera se han conservado por completo en la parte inferior y todavía están parcialmente húmedas por las aguas subterráneas”, indicó el Dr. Jochen Haberstroh, arqueólogo responsable de la Oficina Estatal de Conservación de Monumentos de Baviera.

En lugar de monedas, la gente de aquellos años arrojaba objetos como joyas y cerámicas en el agua con el fin de pedir por el cumplimiento de ciertos deseos.

Lo que había en el fondo del pozo de los deseos

Los arqueólogos encontraron exactamente 70 vasijas de arcilla, 26 broches de bronce, una pulsera, dos espirales de metal y cuatro cuentas de ámbar. Además, también había un diente de animal, una paleta de madera, un recipiente de corteza, posibles trenzas de hierba y numerosos restos botánicos.

Contrario a lo que se pudiera pensar, estos objetos se cree que eran costosos. Según el estado en el que se encontraron, los expertos creen que no fueron arrojados sino puestos en el pozo de los deseos de manera cuidadosa para evitar su deterioro.

No se trata de simples vajillas de mesa, sino de cuencos, tazas y ollas finamente trabajados y decorados, del tipo que los habitantes utilizaban también como ajuar funerario en la Edad del Bronce Medio (ca. 1800-1200 a.C.).

El propósito de los objetos

“Aún hoy, los pozos tienen algo mágico para mucha gente. Tiran monedas con la esperanza de que se cumplan sus deseos. Qué motivos movían a nuestros antepasados hace 3 mil años a ofrecer joyas y otros regalos valiosos, hoy ya no podemos entenderlo. Sin embargo, es obvio que estaban destinados a ser ofrendas por una buena cosecha”, explica el conservador general Prof. Mathias Pfeil, jefe de la Oficina Estatal Bávara para la Conservación de Monumentos.

Este hallazgo permitirá a los arqueólogos conocer más sobre los usos y costumbres de aquella época. Que un pozo sobreviva más de 3.000 años tan bien es extremadamente raro. Sus muros de madera se conservan completamente en la parte inferior y aún están parcialmente empapados por las aguas subterráneas.

“Esto explica también el buen estado de los hallazgos de materiales orgánicos, que ahora se están examinando más detenidamente. Esperamos que esto nos proporcione más información sobre la vida cotidiana de los colonos de la época”, añade el Dr. Jochen Haberstroh, arqueólogo responsable de la Oficina Estatal de Conservación de Monumentos de Baviera.

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