Enfoque Informativo

Cada paso de la higiene bucal tiene una razón de ser. No se trata de estética, como quizás pensaba Jessica Simpson cuando dijo que de vez en cuando usaba el cepillo y que solía limpiar sus dientes solo con enjuague bucal y a veces con la manga de su suéter.

Cepillar, enjuagar, pasar el hilo dental, entre otros hábitos, tienen importancia determinante en la salud de dientes y encías. La doctora Libia Terán, odontólogo licenciada por la Universidad de Missouri-Kansas City, con consulta en Florida, explica que estos pasos nos permiten minimizar el riesgo de sufrir enfermedades bucodentales, como la aparición de placa, caries o afecciones en las encías.

El cepillado, para empezar, es el método básico para eliminar la placa y el sarro. Sin este paso la limpieza no es eficiente de ninguna manera. La experta recomienda hacerlo por lo menos dos veces al día, y si se hace después de cada comida esperar unos 30 minutos después de comer para prevenir el daño que los ácidos de los alimentos y bebidas puede ocasionar a los dientes.

Además, es conveniente que la pasta dental o dentífrico cuente con ingredientes que protejan los dientes de caries, prevengan la aparición de placa y cuide las encías, y el uso del hilo dental previene la acumulación de sucio y bacterias entre dientes y que afecten las encías. Asimismo, el uso del enjuague bucal es un complemento beneficioso que aporta frescura y buen aliento, pero además llega a lugares donde la pasta dental quizás no llega.

Nada de esto tiene sentido si el cepillo dental está en mal estado y es un concentrado de bacterias. Aunque podríamos pensar que esto es una estrategia de marketing, Terán dice que el cepillo de dientes debe cambiarse cada tres o cuatro meses o menos si están visiblemente dañadas sus cerdas, y otros expertos lo confirman pues hay muchos factores que pueden influir, además de lo evidente: un cepillo nuevo -o cabezal, en caso de usarlo eléctrico o de baterías- limpia mucho más eficientemente que uno con las cerdas desgastadas.

Por otra parte, es posible que el cepillo se siga viendo bien, pero lo cierto es que acumula mucho más de lo que te gustará saber. De hecho, la doctora Carolina Pérez Ferrer, odontóloga del Centro de Estudios Superiores Vitaldent, consultada por El País de España, dice que el mayor riesgo de no cambiar el cepillo cuando corresponde es que podríamos contraer infecciones transmitidas por bacterias y hongos que hacen vida en el utensilio.

Un estudio publicado en Microorganisms demostró que la proliferación de bacterias y microbios está relacionada con el tiempo de uso y con la edad de los usuarios, pero para determinar los factores que influyen en la composición de estas comunidades de bacterias hacen falta más investigaciones. Sin embargo concluyó que los cepillos “deben reemplazarse después de tres meses como máximo y, en el mejor de los casos, después de uno o dos meses”.

Entre las bacterias encontradas, se confirma que la mayoría están relacionadas con nuestra propia boca, pero no es un mito que también se adhieren bacterias como Candida y E. coli relacionadas con lo que se esparce cada vez que bajas el inodoro sin taparlo. De hecho, en esta investigación se aconseja, que de ser posible, se guarden fuera del cuarto de baño.

Aunque la dentista María López, vocera de la Asociación Americana Dental, consultada por AARP, opina que no hay que estresarse demasiado porque estamos frecuentemente expuestos a bacterias, es importante tener en cuenta que el riesgo puede ser alto si tenemos defensas bajas, un sistema inmune debilitado o no se sigue una limpieza bucal adecuada.

Para la experta, la mejor manera de prevenir que se cree un foco de bacterias en el cepillo, además de cambiarlo en el tiempo recomendable, es lavarlo muy bien después de usarlo y mantenerlo seco. En este sentido, también hay que destacar que la boca tiene una gran cantidad de bacterias que pueden quedarse en él, además de restos de comida.

Adicionalmente es recomendable almacenarlo en un lugar donde pueda secarse al aire, y evitar las tapas o lugares cerrados que preservarán la humedad y con ella, se crea el ambiente ideal para bacterias y otros microorganismos.

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