Enfoque Informativo

  • Durante estas fechas, es común que la tristeza y melancolía se profundicen, señalan expertos

La Navidad es la época en la que la familia se reúne para compartir, pero, en ocasiones, las fiestas pueden ser un momento tenso y emocional, especialmente para las parejas que acaban de divorciarse. Después de todo, la televisión y el Internet están llenos de mensajes sobre la importancia de la unión familiar y las tradiciones en estos días.

Los psicólogos coinciden en que no es sencillo, pues nadie espera separarse y pasar las fiestas en soledad. La tristeza y la melancolía serán, inevitablemente, parte de estas fechas. Cuando hay hijos, estos sentimientos de nostalgia se ahondan. Atravesar esta temporada puede parecer un reto imposible.

En la parte personal, es difícil asumir las múltiples emociones que surgen. La tristeza, el enojo, la decepción, la nostalgia. En las cenas navideñas no faltarán las preguntas incómodas: ¿qué pasó?, ¿por qué se separaron? Para los terapeutas es importante prepararse, pues es casi inevitable cruzarse con este tipo de comentarios en algún punto de las varias reuniones sociales.

En estos períodos es importante que las familias sean un apoyo y no un peso adicional. Hay que evitar juzgar y cuestionar las decisiones.

Una de las primeras dificultades son los preparativos para Navidad. Es usual que los padres separados busquen mantener el mismo ambiente que existía cuando estaban casados. Pero tratar de mantener las cosas como antes puede ser un error, dicen psicólogos, ya que la situación es distinta.

Los padres buscan que sus pequeños no se sientan afectados, pues los divorcios también tienen una carga emocional significativa para ellos. “A veces pueden tratar de tener una celebración en conjunto, pero, si la relación terminó mal, puede ser mucho peor”, agregan especialistas.

Lo mejor para tratar el tema de los niños es llegar a acuerdos. Si no se puede pasar la Nochebuena, la Navidad, el 31 de diciembre y el 1 de enero juntos, hay que dividir y respetar los tiempos. Eso sí, siempre pensando en el bienestar de los chicos y en sus intereses. “No se puede obligar a los niños a estar en un lugar donde se sienten incómodos”, apuntan. Pero tampoco se puede presionarlos para que no pasen tiempo con el otro papá o mamá.

También recomiendan evitar usar esta época para lastimar al ex. “Eso solamente trae consecuencias para los hijos y eventualmente lo único que conseguimos es alejarlos de nosotros”, dicen. Lo mejor es que se sientan amados y cuidados por ambos progenitores.