Por Lariza Pizano

Los símbolos son esenciales en la comunicación política. Sirven para expresar toda una estructura de pensamiento y la visión de lo público que tienen figuras y líderes. Son la base para el desarrollo de conceptos de poder, la esencia de los mapas ideológicos.

Los símbolos y ceremoniales de ese día reivindicaron historias personales y colectivas e iluminaron otras. En Bogotá ya se había olvidado qué era un cielo azul.

Los vestidos de la familia presidencial y el blanco religioso propaz de Verónica Alcocer, la imposición de la banda presidencial por parte de María José Pizarro y el recuerdo de su padre, la paloma de la paz en el pecho de Roy Barreras y la espada de Bolívar fueron parte de un ceremonial que anuncia memorias y cambios. En su momento también fueron disruptivos los anuncios del M-19, el sombrero de Pizarro o la asociación de la promesa constituyente con la primavera.

Símbolos hubo también del otro lado. Los vestidos oscuros y el luto absoluto de María Juliana Ruiz y María Paula Correa, la decisión de no posar para la foto con la familia entrante —como había sido tradición— y la nube de escoltas con gafas oscuras acompañando al exmandatario reflejaron toda una postura frente a la vida. También fue símbolo de su adolescencia que, casi inmediatamente después de salir de Palacio, D se fuera a Andrés Carne de Res y se subiera a una tarima para cantar canciones de Soda Stereo.

Pero la lupa siempre está puesta sobre quienes llegan y hacen promesas., en particular, es ahora nsignificante. La responsabilidad de ser y parecer ahora recae sobre Gustavo Petro y su equipo. Porque la comunicación también impone retos: a mayor cantidad de símbolos que interpelan el cambio desde la autoridad, mayores exigencias de quienes reciben los mensajes.