Por Efraín Flores Maldonado

Educar no es tarea mediocre… ni de mediocres. Es reclamo social y labor que solo cumplen los que saben; en la dirección, administración y en el proceso de enseñanza-aprendizaje, deben estar quienes tengan mejor formación académica, cultural, experiencia y evidente genética intelectual. 

En su texto “El valor de educar”, el filósofo y pedagogo español Fernando Savater, sostiene un alegato profundo sobre el sentido y contenido de la educación en esta modernidad. Existen, dice el autor, incógnitas que acosan al sector educativo; ¿hacia dónde ir?; ¿hacia la creación de seres prácticos y obedientes?; o quizá ¿a reproducir el injusto orden social existente hoy?; o tal vez ir más allá ¿a preparar a los educandos para que apuesten al riesgo creador?; ¿a preparar y a educar a futuros rebeldes?; ¿educar a todos de igual modo o buscar diferentes tipos de educación?

Savater se preocupa y ocupa por el rumbo de la educación; piensa, escribe, critica y advierte… “no soy amigo de convertir la reflexión educativa en un lamento”, pues reconoce que el optimismo es la única actitud con futuro de docencia. El ser humano, dice Savater, tiene dos gestaciones; “una en el útero materno y la segunda en la matriz social”. En la antigüedad dice el autor, pedagogo y maestro eran cosas distintas, necesariamente complementarias ya que “el pedagogo pertenecía al ámbito interno de las familias y convivía con los niños y adolescentes, instruyéndolos en valores para formar su carácter, velando por el desarrollo de su integridad moral… en cambio el maestro, era un colaborador externo a la familia y enseñaba a los niños lectura, escritura y aritmética”.

Para Savater, en la educación debe desarrollarse “la capacidad de crítica, en lugar de obediencias satisfechas con lo establecido”. Lo valioso es enseñar a aprender sin cancelar las posibilidades de criticar. Afirma que en la educación se deben “formar fábricas y no almacenes”, al considerar que lo relevante es formar y transformar personas y entornos sociales. Para Savater, la educación no debe ser una “colección de conocimientos ajenos”.

Mas que datos y fechas, la educación debe reflejar su capacidad de provocar búsquedas de nuevos conocimientos y preparar al hombre para vivir y sobrevivir en un mundo cambiante. Dice que la familia es la primera institución educativa que solo funciona por la vía del ejemplo, pero advierte que “hay una crisis de autoridad en las familias”. Porque se malentiende el concepto “mandar… que en latín significa ayudar a crecer”.

Reniega por el hecho de que, en infinidad de familias se educa a los niños “para que se comporten como adultos”, con represiones diversas y generando miedos “que obstaculizan el aprendizaje”. Agrega que en el seno familiar “la figura del padre es la más eclipsada de todas”. Por ello, para Savater, el alumno debe ser el centro de todo proceso educativo y el maestro debe pasar de ser un dictador, a desempeñarse como un orientador “cuya empresa titánica esta remunerada con bajos salarios y con escaso prestigio social, salvo valiosas excepciones”.