Por Lorenzo Madrigal
Descubrí quién era su autor pidiendo las gafas “de ver” (nombre que daba a sus lentes de lectura mi estupenda prima Pepita Isaza, ya ausente para siempre de estas sabanas, que fueron suyas). Fue así como desentrañé al autor de la foto desde una letra más que menuda.
¿Y qué fue lo tan extraordinario que vi en la fotografía de Diego Andrés? Que ahí estaba el hombre, completo en su ser sicológico, Sergio Fajardo, sin que le faltara una arruga, el precandidato en quien muchos hemos creído y a quien opacaron enemigos políticos, pero sobre todo judiciales, estos últimos colocando sobre sus espaldas responsabilidades administrativas desproporcionadas, para atajarle su paso a la Presidencia de la República. Resultado que registra la foto abatida de la revista, cuando se ve difícil que pueda remontar votos que lo lleven a la segunda vuelta.
Doloroso, pero hay que saber perder, ante necesidades apremiantes. Esta campaña política, comandada en gran medida por la antedicha revista y la portentosa Vicky Dávila, ha tenido también como pantalla al nuevo director de El Tiempo, el señor Mompotes. Sus debates han sido magníficos y la directora parece manejar su gran audiencia en un tire y afloje de candidaturas presidenciales que puedan mostrarse capaces de enfrentar al espectro antidemocrático que se avizora.
Se me dirá que es darles mucha beligerancia a una revista política y a unos debates en línea y, claro, no niego que las campañas por sí mismas están en furor y sus logros son primordialmente de ellas. Los supuestos derrotados por la revista o igualados en empate técnico, según se dice, están furiosos y recriminan contra ella.
Pues pensemos, a ver: el vibrante Fico, quien viene de ser un alcalde valiente, de buenas intenciones, preservador de la democracia y quien está acompañado ahora por el impecable Rodrigo Lara Sánchez, parece ser el tipo, para decirlo en lenguaje acostumbrado por el propio candidato. Sergio, ante esta nueva realidad y los desastres que le han causado a su proyecto político enemigos reconocibles, estaría mejor que declinara por esta ocasión sus aspiraciones, ya que su inacabable juventud le da para otras oportunidades. Belisario llegó en el cuarto intento (Belisario Betancur Cuarta, ¿recuerdan?).