Jorge Laurel González
El mundo es un libro, y quienes no viajan leen solo una página.
San Agustín de Hipona (354-430) Filósofo cristiano, santo de la iglesia católica. Doctor de la iglesia.
Todos estamos de acuerdo en enfatizar la estrecha relación que guardan los avances y mejoras en los medios de transportes con la masificación de la actividad turística. Hoy hablaremos específicamente de uno de los caminos más frecuentados e importantes en la historia de nuestro país, se trata del de la ciudad de México con Acapulco. Describiremos la historia del recorrido Acapulco-México, empezando en la época virreinal.
A pesar de su temprana instauración en el México colonial; la senda no constituyó un elemento importante en la formación de un centro demográfico y urbano de grandes dimensiones. Acapulco por cuatro siglos permaneció aislado y olvidado, al igual que muchos de los territorios costeros del país, salvo Veracruz.
Vayamos a 1531; poco después de realizada la conquista, se dio el descubrimiento de Acapulco, por los españoles, lo hizo Gonzalo de Sandoval y se debió a la motivación de encontrar una ruta marítima entre el Golfo de México y el Océano Pacífico. Hay una versión alternativa del origen del nombre, Acapulco, tradicionalmente se conoce que el origen del nombre es del náhuatl acatl, poloa, co, que significa: “carrizos, destruir o arrastrar, lugar” En donde fueron destruidos o arrasados los carrizos. Sin embargo, también se dice que podría provenir de los vocablos Aqua Pulcra, dado que esta fue la expresión que los españoles dijeron, al llegar a la bahía, a la que pusieron por nombre Santa Lucía (y ahí hay otro debate ancestral, sobre el nombre).
El hecho es que, para llegar aquí a nuestra tierra, nuestro Acapulco no había más que dos maneras: por mar y por vía terrestre.
Esta última quedó establecida en el año de 1531, y se configuró a partir de la constitución de los primeros centros mineros y por la fundación de algunos poblados. Se necesitó de un polo de operaciones, el cual fue la ciudad de México, ahí había herramientas y mano de obra.
Gracias a la explotación de ingenios azucareros y la producción de plata se dio lugar a que se abrieran caminos para Acapulco, como es el caso…
“…del camino que enlazó la capital con Cuernavaca y Taxco, mientras que el tráfico de cacao y plata del Perú estimuló su extensión hasta Acapulco y consolidó las vías que enlazaban la capital con Puebla, la Villa de Antequera y Huatulco” (Del Valle 2012).
Una fecha importante en la historia de Acapulco fue el año 1565, pues fue a partir de entonces cuando el puerto jugó un papel importante en la mediación del comercio marítimo internacional; tras el descubrimiento del derrotero Acapulco-Manila y Manila-Acapulco por parte de Miguel López de Legazpi, Esteban Rodríguez y el fray Andrés de Urdaneta.
La decisión de elegir a Acapulco como puerto destino, cuando había otros puertos en el Pacífico, se debió sobre todo a la relativa cercanía que guardaba con la capital de la Nueva España.
La posición estratégica de Acapulco desde un inicio le ha sido de gran utilidad.
Se necesitó entonces de un camino por el cual se transportarían los hombres, el dinero y las mercancías.
Respecto a las mercancías que ingresaban eran canela, pimienta y clavo, té, telas de seda pintadas o bordadas en hilos de plata y oro, tibores y vajillas de porcelana china y japonesa, manufacturas para adornar las casas, habitaciones y camas, entre otras. La mayoría de éstas tenían como destino final los almacenes de la ciudad de México.
En cuanto a las mercancías que salían del puerto de Acapulco con rumbo a Manila eran maíz, piña, papaya, trigo, algodón, café, cacahuate, maguey, calabaza, almendras, zapotes, chirimoyas, mameyes, camote y guayabas.
Con el objeto de facilitar la entrada y salida de mercancías en Acapulco fue necesario trazar un camino de herradura, el cual se hizo una vez que introdujeron las bestias.
Fue terminado en el año de 1592, a iniciativa del virrey Luis de Velasco.
La población de Acapulco para el año 1593 constaba de 100 familias donde la mayoría eran negros y mulatos.
Francisco Gemelli describe un viaje, un siglo más tarde. Él se trasladó de Acapulco a la capital virreinal en el año de 1694. El viaje comprendió del 18 de febrero al 1 de marzo. Durante su trayecto narró varios elementos tales como la distancia que existía entre cada uno de los pueblos que están en el camino (Venta del Cacahuatal, Dos Caminos, Acahuizotla, Petaquillas, Chilpancingo, Pueblo Nuevo, Amacuzac, Ahuacuotzingo, entre otros). Describió las condiciones en que se encontraba el camino y la necesidad de cambiar las bestias de carga. Comentó sobre el clima, la flora y fauna de los lugares que fue recorriendo y por último narró también las inclemencias que padeció en su trayecto (sintió la picadura de mosquitos y un fuerte temblor). (Gemelli, 1946)
El viernes, día 22, andados cuatro leguas de camino montuoso, descansamos en Dos Caminos, que es el primer pueblecillo que se encuentra después de Acapulco. Alójeme en la Casa de Comunidad, a la cual vinieron los indios para servir en todo aquello que fuese necesario. Tras estos montes el aire es menos caliente que en los otros de dónde veníamos. Se dejaron en el pueblecillo cuatro mulas demasiado cansadas, y se tomaron otras. Puestos en marcha, subimos y bajamos luego la horrible y empinada montaña de los Cajones que tienen una legua de altura, y después de otras cuatro llegamos muy tarde a Acahuizotla, en donde estaban los guardas de la aduana, y en una choza cenamos y dormimos. Dichos guardas registraron los equipajes y refrendaron el pasaporte que llevaba yo desde Acapulco. (Gemelli, 1946, 35).
Continuará… recordemos que solamente Juntos, Logramos Generar: Propuestas y Soluciones.
- Del Valle, G. (2012) “Orígenes de la centralidad comercial y financiera de la ciudad de México”. En: De Ita, L. (Coord.) Organización del espacio en el México Colonial. Instituto de Investigaciones Históricas de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, Michoacán, pp. 19-62.
- Gemelli, J. (1946) ·Las cosas más considerables vistas en la Nueva España.” Edición Xochitl, México